Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

martes, 31 de marzo de 2009

El Proyecto de creación de la Junta Nacional de Desarrollo Granario: Un paso al frente.

A principios del mes pasado, con el advenimiento del incremento de la conflictividad del campo con el Gobierno Nacional, incentivado principalmente por las cámaras patronales agropecuarias, apareció en los medios masivos de comunicación la noticia del supuesto estudio de la nacionalización del Comercio Exterior. Los resortes del sistema dominante actuaron de forma inmediata y el bombardeo mediático en contra de la propuesta fue escandaloso. El nivel de debate de la propuesta fue paupérrimo, centrando toda argumentación en la necesidad de hacer “caja” por parte del Estado, dadas las dificultades que podría estar atravesando durante este complicado año de crisis internacional y, además, electoral. La superficialidad del tema tratado por los medios masivos da una pauta de la pobreza de argumentos a la hora de discutir el rol del Estado en la economía nacional. Prácticamente todo se reduce a la recaudación que engrosaría la “caja”, como así se la denomina actualmente, con toda la carga semántica negativa que la oposición de derecha y los medios se encargaron de imprimirle. Sin embargo, vale la pena profundizar un poco más acerca de uno de los temas más importantes de la actualidad, a la luz de la crisis internacional: la intervención del Estado en la economía y su rol como control de la ambición sin límites del capital privado y, sobre todo, extranjero en nuestro país.
El proyecto tenía como base el que redactó el diputado Eduardo Macaluse del SI (Solidaridad e Igualdad) que propone la creación de una Junta Nacional de Desarrollo Granario, cuyos principales objetivos eran promover el desarrollo económico, social, ambiental y sustentable de la producción granaria, regular la compraventa de granos, asegurar la transparencia y equidad en las transacciones comerciales, evitar que se ejerzan monopolios u oligopolios, y controlar que no se produzca ningún abuso de posición dominante, proteger a los pequeños y medianos productores y las economías regionales, entre otros. Como se puede apreciar está lejos de ser una “nacionalización” del comercio exterior, ya que ésta implica la transacción de la totalidad del comercio exterior por parte del Estado. En el proyecto, la creación de la Junta es similar a meter una cuña entre los grandes exportadores de granos que actúan en el país entre los que se cuentan tres gigantes mundiales que concentran del 45 al 50 por ciento de los despachos al exterior de la cosecha argentina: Cargill, Bunge y Dreyfus. Salvando las diferencias que existen entre ambos mercados de compra-venta (uno es externo y otro interno) es similar a lo que logró el Gral. Enrique Mosconi con la construcción de la Refinería La Plata cuando en 1929 logró romper el monopolio del comercio interno de combustibles en la argentina, bajando el precio interno de manera considerable. Por lo tanto, uno de los grandes perjudicados con el proyecto son justamente las grandes compañías extranjeras exportadoras de granos. De esta manera, el Estado, a través de esta apropiación de la renta extraordinaria agropecuaria, generada principalmente por las ventajas naturales que posee nuestro país, con lo cual debería ser compartida por todos los argentinos, puede generar políticas de apoyo a los pequeños y medianos productores pagando un precio razonable por encima del que obtienen actualmente. Esto se daría porque se estaría eliminando la rentabilidad exorbitante que se llevan las exportadoras que forman el oligopolio que por esta característica tienen la facultad de imponer el precio en el mercado interno. La cuestión entonces es: ¿quién es el actor que define el precio interno y adónde va esa renta extraordinaria? La Sociedad Rural y los sectores dominantes de la derecha vernácula opinan que no hay mejor administrador que el capital privado, sin importar que sea extranjero o no, dado que de esta manera se estaría protegiendo la libertad de mercado y por ende la libertad de obtener abultadas ganancias para los sectores más concentrados, atando a los pequeños y medianos productores a las decisiones de aquellos. En este caso el precio lo define un oligopolio privado extranjero y la renta queda en sus manos con algún reparto entre sus socios locales más poderosos como la Sociedad Rural. La otra alternativa es que el Estado sea el que defina el precio en el mercado interno y, dada las características inherentes del Estado, los utilice para redistribuirlo pagando más y con los recursos obtenidos incentivar la producción granaria industrial con créditos blandos o con ayuda directa, promover el acceso a la alimentación para todos los argentinos y proteger a las economías regionales.
Algunos lo resumen en un problema de confianza. Confiar en el Estado o en el Capital Privado. Para dilucidar la cuestión no hay que ir demasiado atrás en el tiempo. Más exactamente la década del 90, período ícono de la confianza en el Capital Privado. Los resultados fueron desastrosos. Solo hace falta recordar la crisis del 2001 y el comportamiento de los bancos privados durante ese momento y obtendremos la respuesta (ver La Argentina Robada, Mario Cafiero y Javier Llorens, Editorial Macchi, 2002).
Asimismo, pueden asegurarse algunas afirmaciones. El Estado es esencialmente democrático, el capital privado no. La pregunta no es entonces como funcionaría más eficientemente el sistema, sino si se democratiza el instrumento en cuestión. Algunos pueden decir que el mercado es una forma de democratización. Esto podría ser así en el caso de un mercado competitivo con igualdad de oportunidades. Sin embargo, no es éste el caso, ni el de muchos otros, sobre todo en nuestro país. Son monopolios u oligopolios. También se dice que el Estado no es un buen representante de los intereses de la ciudadanía, que no tenemos un estado democrático. Esto es falso. Nuestro Estado no será la panacea de la democracia, pero tampoco es una dictadura. Esto no quita que podamos trabajar para hacer un Estado cada vez más democrático por medio de la participación popular y movilizaciones, dejando de ver el noticiero por la televisión y de vivir en “estado de interpretado”.

Martín Scalabrini Ortiz

viernes, 27 de marzo de 2009

Aclaración sobre Raúl Scalabrini Ortiz y el nazismo

Existe la creencia de que Raúl Scalabrini Ortiz tuvo algún tipo de conexión con el nazismo durante la década del 30. Esta idea está tan arraigada en algunos sectores, sobre todo los conservadores y anti-nacionales, que pueden llegar a confundir y a inducir a equivocaciones a admirables y respetables intelectuales de la vida nacional, como es el caso de Osvaldo Bayer. Como es ampliamente conocido, Bayer es uno de esos intelectuales que el país necesita para salir del estado de postración y sometimiento al que estamos acostumbrados a vivir. Sus trabajos de investigación por la verdad y la justicia son extraordinarios, y su aporte al mantenimiento vivo de la Memoria, con su apoyo inclaudicable en todo momento a las Madres de Plaza de Mayo son dignos del más merecido reconocimiento en su búsqueda por la liberación de las clases y las sociedades oprimidas. Sin embargo, llevo en mi corazón la obligación moral de corregir un error histórico que comete Bayer en uno de los programas especiales que dirige el periodista Horacio Embón en la Radio de las Madres AM 530 emitido el miércoles 25 de marzo.
El programa se centraba en la figura de otro intelectual comprometido en la lucha por la liberación de nuestro pueblo: Rodolfo Walsh. Una de las preguntas estaba referida la formación política de Walsh, en el sentido de si estaba más cerca del marxismo o del peronismo. En la respuesta, Osvaldo, haciendo un paralelismo con otros intelectuales cercanos al peronismo, explica que estas personajes a veces estaban imbuidos de contradicciones y da el ejemplo de Raúl Scalabrini Ortiz diciendo que en la década del 30 viaja a Alemania invitado por Hitler, que publica en el diario alemán “Frankfurter Zeitung” y que su cercanía al nazismo se explica por la aversión que él tiene por el Imperio Británico y que aplica la lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”.
Raúl Scalabrini Ortiz de ninguna manera es invitado por Hitler a Alemania. Raúl Scalabrini es apresado en Buenos Aires en enero de 1934 por haber apoyado la insurrección armada al mando del Gral. Roberto Bosch con epicentro en Paso de los Libres el 28 de diciembre de 1933, donde se jugaban la patriada sus amigos Arturo Jauretche y Luis Dellepiane en contra del régimen conservador y entreguista de Agustín P. Justo. Ante un recurso de habeas corpus interpuesto el 18 de enero de 1934, le conceden la opción: el exilio o la cárcel de Usuahia. Luego de vacilar, decide el exilio sin antes cumplir con lo que le había prometido a Mercedes Comaleras: el casamiento. Así lo hace el 23 de enero figurando en su libreta el domicilio en el Departamento de Policía: Belgrano 1551. En un artículo de la revista Qué del 19/11/57 recuerda: “En enero de 1934 tuve el honor de ser desterrado por el gobierno del general Justo. Yo había sido el redactor de planes, volantes y proclamas del movimiento que estalló el 28 de diciembre [...]”
Llega a Roma en barco en febrero de 1934, manteniendo un contacto asiduo con Attilio Dabini, escritor y traductor muy allegado a la Argentina. Scalabrini ya había iniciado sus investigaciones de la penetración británica en nuestro país y piensa entonces en la importancia que adquiriría la denuncia del vasallaje desde un diario europeo e intenta por varios medios publicarlos en algún medio italiano, sin éxito. Mussolini anda en buenas relaciones con Gran Bretaña en esos momentos y no consigue su objetivo. Un día se cansa y se marcha a Alemania, a la búsqueda de Carlos Guillermo Korner, su traductor al alemán, escritor y periodista.
A fines de mayo de 1933, a través de Korner, los artículos de Rául llegan al diario “Frankfurter Zeitung”. Son cinco artículos en los cuales resume las conclusiones de sus estudios realizados entre 1932 y 1933. Denuncia allí la opresión ejercida sobre nuestro país por el imperialismo británico. El director del periódico pide autorización al ministerio de Relaciones Exteriores para publicarlos y dado que Alemania e Inglaterra en esos momentos estaban negociando un tratado naval se autoriza a publicarlos para recordar ciertas cosas a los británicos en medio de la negociación. Así salen en primera plana los cinco artículos.
Scalabrini Ortiz entiende que debe dar a conocer el sometimiento de nuestro país por cualquier medio. Le dice a Korner que “no le interesa lo que haga el señor Hitler en Alemania, sino solo si lo que hace favorece o no a la Argentina, al Perú, a Venezuela, etc”. La experiencia le ha enseñado que los acontecimientos mundiales deben observarse con una óptica nacional. Entiende que “oponerse al nacionalismo de los países oprimidos es favorecer el nacionalismo de los países opresores”.
Esos artículos formarán la base de lo que posteriormente será “Política Británica en el Río de la Plata”.Su acercamiento al nazismo no es tal. Más tarde, propugnará desde un punto de vista nacional, la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial ante la lucha interimperialista que se lleva a cabo en Europa para que el capitalismo se reparta el mundo. Desde aquí, mi único objetivo es contribuir humildemente a la memoria de nuestros luchadores, entre ellos Raúl Scalabrini Ortiz, y realizar las aclaraciones que estén a mi alcance hacer para evitar las confusiones como las del admirable Osvaldo Bayer.

Nota: Los pasajes están extraídos de la biografía "Vida de Scalabrini Ortiz" de Norberto Galasso.

Martín Scalabrini Ortiz

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Malditos en nuestra historia?

El día 4 de marzo, el diario "Crítica Digital" publicó una nota respecto de un error ortográfico cometido por la página web oficial de la presidencia de la Nación con el apellido de mi abuelo y don Arturo Jauretche, en la transcripción de un discurso de Cristina Kirchner en la Biblioteca Nacional el viernes 27 de febrero . Se hacía referencia también a un supuesto equívoco que cometió Cristina Fernández al decir que los dos autores "no aparecían en los medios de la época", opinando que "Lo interesante de la cita presidencial es su inexactitud: ninguno de los intelectuales citados fueron ignorados por los medios de su época y, cuando con dos de ellos sucedió algo que podría calificarse así, fue durante el segundo gobierno peronista”. http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=19720&pagina=1

Decidí escribir un comentario a la noticia publicada en la web. Ese mismo día un editor del diario intentó contactarme mediante un e-mail para publicar el comentario completo como una columna de opinión, al mismo tiempo que eliminaba los comentarios. Dado que no tengo la posibilidad de consultar el correo todos los días y a tiempo corrido, interpreté que el diario no tenía intención de publicar el comentario.
De cualquier manera, el mismo día aparecieron los comentarios respectivos (eran tres dado que no entraba todo en uno). Es por ello que decidí modificar esta entrada relatando los hechos ocurridos.

El comentario a la noticia es el siguiente:
"Lamento contrariar al director del diario, aunque no es la primera vez que se equivoca con Scalabrini Ortiz. Soy nieto del escritor, a quien raramente aquí mencionan como político y poeta. Más allá de las simpatías o antipatías que se pueda tener con el presente Gobierno, parece casi jocoso que Scalabrini Ortiz tenga que aparecer en un medio de comunicación porque escribieron mal su apellido. Por otra parte, es correcta la apreciación de que tanto Scalabrini Ortiz como Homero Manzi, como todos los militantes de FORJA, fueron los malditos de nuestra historia porque fueron silenciados por la prensa masiva. Y aquí hay que ser más precisos. Principalmente, bajo los regímenes conservadores de la década del 30, desde el año 33 cuando la revolución de Paso de los libres hasta la aparición del peronismo en el 45. Durante esa época los únicos medios de expresión con que contaron fueron los folletos propios, la oblea callejera, los discursos en las esquinas y las iniciativas propias, como la revista "Señales" o el periódico "Reconquista" que no duraron mucho justamente por falta de financiamiento. Éstos últimos, desde luego que no pueden contarse como reconocimientos de la prensa masiva, porque, primero, no eran masivos, y segundo, eran propios. El mismo Raúl Scalabrini decía en 1935, cuando decide comprometerse en la lucha política y eliminar todo lo que constituye para los hombres normales una manifestación de vida: “la lucha de posiciones, la conquista del éxito y su mantenimiento, la pequeña vanidad, la pequeña codicia, el pequeño engreimiento”. Teniendo el talento para destacarse en el ámbito de la cultura decide renunciar a todo eso para dedicarse al compromiso político. Respecto de la segunda presidencia de Perón, es cierto que Scalabrini no tiene apariciones públicas ni tampoco medio de expresión, pero es una decisión propia porque ve que el gobierno comete errores y que los obsecuentes van ganando posiciones. Por eso decide retirarse a la vida privada. Él decía que la elección no era entre Perón y el Arcángel San Miguel, sino Perón y Federico Pinedo, en cuanto él "simboliza un régimen político de oprobio y un modo de pensar ajeno y opuesto al pensamiento vivo del país".

Martín Scalabrini Ortiz.