Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

domingo, 16 de septiembre de 2012

Las cacerolas y el futuro

En medio del maremágnum informativo acerca de la movilización de protesta del último jueves 13, intentaré realizar, sin ironías, un análisis político y mi posición respecto a los reclamos que se expresaron. En prinicipio, debo aclarar que no participé de los cacerolazos y, por lo tanto, mi fuente de información proviene de los medios masivos de comunicación, que en este caso serían el prisma que utilizo para observar una realidad determinada. Para ello, utilicé tanto los llamados medios opositores como medios que demuestran apoyo al Gobierno Nacional.
Ante todo es necesario aclarar que estas líneas no tienen un contenido neutro, académico o aséptico, sino que están escritas sobre la base de lo que llamamos o algunos llaman el pensamiento nacional, popular, federal, e incluso, podría decir peronista, con todo lo que ello significa (reivindicación del período 45-55, del yrigoyenismo, de los caudillos federales). Por otra parte, también hay que decir que fui candidato a diputado nacional por Proyecto Sur y he tenido posiciones críticas de este Gobierno, aunque asumiendo, los que en mi opinión, fueron aciertos de esta Administración y que se han reflejado en este espacio. Es sobre esa base que salen estas líneas de forma personal y no como reflejo de la posición de ningún partido político.
En primera instancia, es difícil ya la tarea de realizar un análisis político de un sector que, evidentemente, no tiene representación política, aunque haya ya varios referentes de partidos de oposición que intenten salir como representantes de los reclamos. Tal como on-line con las movilizaciones hicieron Patricia Bullrich y algún otro referente político. En un sistema democrático como el nuestro, es razonable que las distintas expresiones de la sociedad se canalicen a través de partidos políticos, agrupaciones, movimientos, etc., que sean, al menos en parte, un reflejo de las inquietudes individuales y colectivas. Sin embargo, en este caso, se trata de un sector de la población que no siente representadas esas inquietudes en ningún canal mencionado. De esta manera, comenzó como una movida a través de redes sociales alcanzando niveles de circulación muy importantes.
Los principales participantes, es decir la mayoría, provienen de un sector con base en las clases medias y medias altas, tal como se puede ver en las imágenes y por la magnitud que alcanzó en determinados barrios porteños. Aunque también hay que aclarar que las movilizaciones se repitieron en varias ciudades del interior del país, sin que ello signifique la modificación del perfil de los manifestantes. Esto no implica una valoración peyorativa, sino simplemente una descripción, lo más objetiva posible (si es que esto se puede lograr), del perfil social e, incluso, político.
Desde distintos sectores políticos, sobre todo de la oposición, se ha marcado la necesidad de “tomar nota” de los reclamos. Este es un humilde intento de eso mismo, aclarando mi posición respecto de cada uno de ellos.
Los reclamos han sido variados. Han podido ser leídos en medios escritos y han podido ser escuchados, en forma acotada, en medios audiovisuales. Respecto de éstos últimos, lamentablemente los medios que salieron decididamente a cubrir en forma positiva la manifestación, no han mostrado, en forma significativa, expresiones de la gente que participó. En este aspecto, sólo los medios afines al Gobierno han mostrado algunas expresiones, que aunque evidentemente editadas, manifiestan algunos de los enojos.
Los insultos a la figura presidencial no tienen mayor comentario, como así también el consabido estribillo “que se vayan todos” o, más precisamente, el deseo de muerte para la cabeza del Poder Ejecutivo o alguno de sus funcionarios. En este sentido, la comparación que algunos sectores y algunos periodistas como Carlos Pagni de La Nación (http://www.lanacion.com.ar/1508751-efectos-de-una-democracia-poco-competitiva) intentan establecer entre las condiciones del 2001 con la actualidad, me parece que no tiene ningún sustento. En el 2001 vivíamos una de las peores crisis de la historia, con una desocupación galopante, con sectores de la población viviendo en condiciones de precariedad extremas, con una crisis política y de representación sin precedentes. Las elecciones de octubre de ese año mostraron el resultado de esa falta de representación. La suma del voto en blanco y anulado alcanzó el 25% en muchos distritos del país, incluidas la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. La Alianza, el partido gobernante de aquel momento, obtuvo el 23% de los votos positivos en todo el país (siendo el porcentaje sobre los votos totales mucho menor por la cantidad de votos en blanco y anulados). La comparativa con la actualidad no deja mucho margen para el análisis. El partido gobernante fue ratificado en las urnas con el 54% de los votos positivos hace menos de un año atrás, con la segunda fuerza a una distancia de casi 40 puntos. Los disímiles escenarios entre esa época y esta hacen que el reclamo de renuncia caiga en saco roto sin ningún sentido o argumentación razonable. En mi opinión, no es la mayoría de la población la que no tiene ahora representación política, sino que los que no la tienen parecen ser la mayoría de los grupos que se expresaron en el cacerolazo.
Otro fuerte reclamo tiene que ver con la reforma constitucional y la posibilidad de la re-reelección. Este último tema, amplificado por los medios de comunicación opositores, no corresponde, hasta ahora, a un intento formal, sino a deseos de algunos grupos oficialistas aislados. Aquellos que están propiciando la reforma de la Constitución, no han planteado hasta ahora el tema reeleccionario. En este aspecto, en mi opinión la Reforma de la Constitución es necesaria para desarmar aspectos de base neoliberal impuestos a la reforma de 1994, empezando por la nacionalización de los recursos naturales y la prestación por parte del Estado de los servicios públicos en consonancia con el Art.40 de la CN de 1949. A partir de allí, habría que discutir el resto.
Otro tema es la “falta de libertades”. En este aspecto habría que definir qué significado tiene la palabra “libertad” para los manifestantes. Respecto de las libertades civiles, han habido avances y retrocesos. Entre los avances se pueden destacar diversas ampliaciones de derechos que hasta ahora no eran considerados, como el matrimonio igualitario, la identidad de género, algunos protocolos progresivos respecto del aborto no punible, universalización de asignación universal por hijo (AUH), etc. Entre los retrocesos más graves se encuentra la aprobación de la Ley antiterrorista y de lavado, en línea con los condicionamientos del GAFI, condicionando de esta manera la protesta social. Esta última también ha sido víctima de persecución y de episodios de represión . Sinceramente, no vislumbro en lo personal, otro tipo de falta de libertades individuales, más allá de las económicas que analizaré más adelante. La comparación de la forma de gobernar de este Gobierno con una Dictadura, me parece una exageración sin sentido argumental. Los que hemos vivido la última Dictadura Cívico-Militar, con miles de desaparecidos, perseguidos, asesinados, en un clima represivo como no se había vivido nunca en nuestro país, pueden dar cuenta de esta afirmación. Las voces disonantes no se dejan de expresar y el principal grupo mediático oligopólico es evidentemente y fuertemente opositor, acompañado por otras publicaciones. No niego que haya habido influencias del oficialismo en la aparición de cierta prensa y que existan medios afines. Pero eso no indica que las voces disonantes hayan desaparecido.
Por otro lado, están las libertades económicas, y es en este aspecto en el que, me parece, se dirigían la mayoría de los reclamos. Entre los más fuertes se encontraban las restricciones a la compra de dólares y, por lo tanto, a las dificultades de llevar a cabo viajes al exterior, aunque éstos no estén restringidos. En este aspecto, creo que merece un capítulo aparte, un análisis profundo de las contradicciones que aparecen entre las libertades individuales y las colectivas, generando una tensión que persiste a lo largo de nuestra historia, no sólo de nuestro país sino del mundo, y que tiene que ver con las pujas entre el interés colectivo y el individual.
Respecto a las restricciones cambiarias es válido preguntarse sobre el origen del problema y las posibles soluciones. En mi opinión, el perfil productivo, tal como se ha venido expresando en este espacio, no se ha modificado en lo sustancial, manteniéndose un modelo agrominero exportador con la falta de un proceso industrializador con valor agregado. Es por ello que el fuerte crecimiento económico de los últimos años basado en la producción de materias primas y en una industria de bajo-medio valor tecnológico se ha venido sosteniendo con un superávit comercial positivo que fue cubriendo las necesidades importadoras de una economía en crecimiento. Este aspecto adicionado a la gran extranjerización de la economía y a la concentración implicó un requerimiento de divisas creciente. El mantenimiento de este modelo productivo y de la continuidad de la producción de hidrocarburos en un mercado desregulado en manos de empresas privadas y extranjeras, generó una creciente necesidad de divisas. El déficit comercial en combustibles alcanzó el año pasado a casi U$S 3000 millones, mientras que uno de los sectores que impactan fuertemente en el índice de producción industrial, la armaduría automotriz, es deficitaria en más de U$S 6000 millones. El régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, otra armaduría de componentes importados, generó un déficit de casi U$S 5000 millones. Otro sector de alto valor agregado como es el de máquinas y equipos generó un déficit de otros U$S 5000 millones. Por último, la profunda extranjerización de la economía implicará este año transferencias por remisión de utilidades y dividendos por entre U$S 7000 millones y U$S 8000 millones. Además, si bien la deuda externa no tiene el peso en divisas que tenía algo más de una década atrás, sigue siendo una cuestión a tener en cuenta, siendo este año por más de U$S 7000 millones. Son huecos demasiado grandes para cubrir.
En el corto plazo, las distintas salidas son divergentes de acuerdo al sector que reclame. En este aspecto, no encontré posiciones en los manifestantes más que individuales. Es decir, poder comprar y ahorrar en dólares. Si se hiciera caso al requerimiento y se liberara la compra de dólares, es posible que el precio de la divisa se acerque al valor de las transacciones ilegales, provocando una devaluación brusca que, tal como hemos experimentado anteriormente, licúe el salario de los trabajadores y desate una espiral inflacionaria difícil de sostener. Esta salida es propiciada por los grupos económicos concentrados con una inserción en el mercado externo por medio de exportaciones de bajo valor agregado. Su voz comunicacional es claramente el diario La Nación, tal como puede apreciarse en sus análisis económicos y en sus editoriales.
La otra es mantener el precio del dólar con deuda, a riesgo de provocar la falta de competitividad de la industria en un proceso que podría ser similar a la de la década del noventa. Las consecuencias las conocemos de sobra. Muchos años de despilfarro y de derroche nos condujeron a una deuda extraordinaria que hipotecó la economía y generó un nivel de desempleo y pobreza inconmensurables. Esta salida es propiciada por los grupos derrotados en la puja de intereses del 2001, que originalmente pedían dolarizar la economía como respuesta a la contención de la inflación, y ahora piden endeudamiento como el ex-candidato a vicepresidente por la UCR Javier González Fraga. Este sector está compuesto principalmente por los acreedores externos y las empresas privatizadas a quienes les conviene un dólar barato. Esta vía conduce indefectiblemente a la primarización de la economía, a la desindustrialización y, en consecuencia, a empleo de baja calificación por ser mano de obra poco intensiva profundizando las desigualdades. Claro ejemplo de este tipo de salida es Chile, Perú y Colombia. Aquellos países que intentan salir de este esquema como Venezuela, Ecuador y Bolivia, no han logrado aún modificarlo en lo sustancial debido principalmente a las reacciones de los sectores más privilegiados mantenidos justamente en la generación de riquezas de este tipo de modelo.
Otro de los reclamos fue la negativa a seguir un camino similar al venezolano, influenciados casi seguramente por la agenda política planteada desde el principal multimedio opositor y el reciente informe de su periodista estrella, Jorge Lanata. En mi opinión, las diferencias que tenemos con la realidad venezolana son mayores que las similitudes. Al contrario, mi deseo es parecernos más y no parecernos menos, comenzando por acercarse con nuestra Carta Magna al espíritu reflejado en la Constitución Bolivariana y a la participación popular.
En definitiva, vislumbro un futuro de polarización fogoneado tanto por el kirchnerismo como por la oposición mediática. La mención de oposición mediática no es casual, dado que son quienes cuasi-imponen la agenda política opositora induciendo a la oposición política a seguir el ritmo y el camino dispuesto. El grupo Clarín seguramente se centrará en la consolidación de una figura de oposición, preferentemente de derecha, que hasta ahora viene siendo Mauricio Macri, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aún con las deficiencias y las debilidades que todos conocen: Falta de proyección nacional, carencias e ineficiencias en la gestión y un carisma que deberá pulir en lo sucesivo para no seguir generando papelones importantes.
Aquellos que hemos venido sosteniendo posiciones equilibradas quedaremos atrapados en la lógica de la polarización planteada desde el oficialismo y, principalmente, el grupo mediático opositor, que evidentemente intenta manejar la agenda nacional. Será un trabajo arduo y difícil mantener esa posición, en esta puja que desdibuja grises para un lado y para el otro. Sobre todo sabiendo, al menos en mi caso, de qué lado definitivamente no quiero estar, ni quedar pegado.
Seguramente este análisis levante discusiones y debates, incluso dentro del espacio al que soy afín. Sin embargo, creo que se hace necesario el intercambio de posiciones, ideas y pensamientos para enriquecer cada vez más nuestra querida democracia.
Martín Scalabrini Ortiz

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien ahi con el analisis Martin, si bien las cuestiones economicas a veces me exceden un poco.
Respecto del tema de la "libertad", bastante reclamado el jueves, yo me pregunto (y no soy el unico), que mayor libertad se le puede otorgar a un ciudadano/a que salir por television vociferando "morite Cristina, yegua, montonera!"...que libertar reclaman, la mezquindad de comprar dolares para ir a Punta del Este? Recomiendo la lectura de la siguiente columna:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-203553-2012-09-17.html

Un abrazo,
Ernesto

Santiago Levrio dijo...

Feo tu análisis, lejos de la sociedad, como la mayoría de los "políticos académicos" que mostras ser. En mi caso, estuve ahí, sin duda la reforma constitucional es una punta de lanza. La inflación, que destruye el salario y genera mayor presión fiscal en los sectores medios y bajos. En mi caso, que trabajo en la construcción, destruyendo miles de puestos de trabajo. En mi caso particular, estoy buscando colegio para mi hija, y me doy cuenta que no puedo mandarla a un colegio público por que los sucesivos paros hace que yo pueda perder mi trabajo. Además tengo que pagar una fortuna por servicios de salud que el Estado debería darme y no me da, aunque con la mayor presión fiscal de la historia Argentina (60% nominal, 36% real, sobre PBI, la 9na del mundo) debería indicar lo constrario. No sé Martín, para mi estás muy en la superficie, no ves lo que pasa abajo, tal vez la chatura te llegó a vos y te impide mirar las capas que sostenemos ésta sociedad. Espero que dejes tus ideologismos arcaicos a un lado y puedas ver, abras los ojos, por que el mundo tiene mucha más actividad fuera de la Universidad, que se han convertido en un sector tan vanguaridista que parecen hablar de otro mundo. Gente con altos ingresos fijos, sin hijos y con vivienda propia, desde ése lugar, el mundo es otra cosa.

Santiago Levrio dijo...

Tal vez vos Martin prefieras que se usen los U$s para pagar a bonistas y no para importar bienes de capital, que cayeron a la mitad en el primer semestre. Haciendo que suspendan y despidan miles de empleados. Tal vez prefieras que el BCRA siga financiando al tesoro que gasta mayoritariamente en subsidios sin control. Inflación y restricción de U$s, es el añorado Peronismo, que lo defendés per se, y no te ponés a analizar causas y consecuencias. Triste lo tuyo Martín, ponete un kiosco y dsp contame lo que es invertir en Argentina, Con un sueldito fijo es fácil hablar de economía.