Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

miércoles, 14 de enero de 2009

El saqueo de la Minería

Desde tiempo de la Colonia, América Latina ha sido víctima de la depredación y explotación de los recursos mineros por parte de los Conquistadores, primero y de las Empresas Extranjeras actualmente.
La llegada de Colón a América marcó el inicio de la Conquista, enarbolando como primer objetivo la apropiación de las riquezas de las Nuevas Tierras “descubiertas”. Bien conocía don Cristóbal ese objetivo cuando luego de los viajes escribía a los reyes, desde Jamaica, en 1503: “Cuando yo descubrí las Indias, dije que eran el mayor señorío rico que hay en el mundo. Yo dije del oro, perlas, piedras preciosas, especierías…”. La ambición por el valioso metal amarillo fue tal que el almirante Cristóbal comenzó a cortarles las manos a los indios que no consiguieran ni una pepita del precioso metal. Fue el comienzo de la desaparición del pueblo indígena, quienes morían en las minas como consecuencia del trabajo esclavo que realizaban, minados por enfermedades para las cuales no estaban preparados como la viruela, llegando a dejarse morir para no servir a la explotación del Recién llegado Conquistador. Ese fue el precio de estimular, con los metales arrebatados a los nuevos dominios coloniales, el desarrollo económico europeo y hasta puede decirse que lo hicieron posible. La formidable concentración internacional de la riqueza en beneficio de Europa impidió, en las regiones saqueadas, el salto a la acumulación de capital industrial. Todo ello llevado a cabo gracias al trabajo forzado de los indígenas y de los negros esclavos arrancados de África. Miles de toneladas de oro y plata fueron transportadas hacia Europa. Miles de vidas entregadas en el proceso de explotación de esos metales preciosos. Ése fue el precio americano de alimentar el progreso europeo.
El tiempo transcurrido ha cambiado los métodos, pero el resultado sigue siendo el mismo. La riqueza se sigue transportando hacia las Naciones más desarrolladas, mientras nosotros nos quedamos con la miseria y el hambre. Las políticas neoliberales de los 90 profundizaron la estructura económica de nuestro país, implantada a sangre y fuego durante la última Dictadura militar. Diversas áreas productivas fueron afectadas y entre ellas, la minería.
Una de las herramientas creadas para reglamentar la expoliación de nuestros recursos mineros es la Ley 24.196 de Inversiones Mineras que entre otras cosas establecen los siguientes beneficios:
· Estabilidad fiscal y cambiaria por 30 años (Art. 8).
· Importación libre de derechos de maquinarias, equipos, partes, repuestos e insumos mineros (Art.21).
· Tope para regalías: máximo 3% sobre valor “boca mina” (Art.22).
· Exención de Impuesto sobre los Activos (Art.17).
· Doble deducción de gastos de prospección, exploración, estudios, ensayos, etc. destinados a determinar la factibilidad económica (Imp. a las Ganancias, Art.12)
· Devolución del IVA sobre inversiones en exploraciones (Art.14 bis).
· Régimen beneficioso de amortización para el Impuesto a las Ganancias para Inversiones de Capital (Art.13).
Todos estos beneficios se implantaron en una Ley Nacional, con el objeto de “atraer los capitales suficientes que pudieran hacer frente a la explotación y producción de los recursos mineros”. Esta Ley Nacional debería haberse llamado “De entrega minera Nacional”. Se le asegura a la empresa una Estabilidad fiscal y cambiaria durante 30 años, lesionando el derecho soberano de un Estado de modificar, de acuerdo al criterio del interés nacional, cualquier tributo que afecte a las Empresas. Se legaliza el contrabando, autorizando la entrada al país, libre de todo gravamen en concepto de derechos de importación, a la importación de bienes de capital, partes de elementos componentes de dichos bienes y de los insumos necesarios para el desarrollo de la actividad minera. Además, se agregaron las exenciones impositivas y deducciones, de modo tal que las utilidades derivadas del “aporte” de minas y derechos mineros para constituir capital de sociedades, están exentas del impuesto a las ganancias. Así como no pagan impuestos a las ganancias, las transnacionales mineras, tienen un tope del 3% de lo que deberían abonar a las Provincias en concepto de regalías. En el afán de procurar las santificadas inversiones, La Provincia de La Rioja, directamente no cobra regalías.
En el marco de esta Ley, diversas empresas se han instalado en la Argentina para explotar nuestros recursos mineros. En general, las inversiones en materia minera, son muy altas -sobretodo al comienzo de la explotación y los períodos de vida útil de los proyectos relativamente cortos. Esto determina que solo el Estado o poderosas empresas extranjeras puedan efectuar este tipo de tareas, debido a los riesgos que se deben financiar. Sabemos que el Estado fue desguazado totalmente durante la infame década del 90, por lo tanto, sabemos quiénes fueron los que lograron instalarse finalmente en la Argentina.
A partir del momento de la sanción de la Ley, y mientras se reglamentaba y modificaban algunos de sus artículos, comenzó la depredación sin control de nuestro suelo minero.
Todo ello con el incentivo Estatal de la Secretaría de Minería de la Nación, que a través de la Dirección de Inversiones y Normativa Minera, publicó en el año 2001 un folleto en el que se señalan las bondades de invertir en Minería en nuestro país. Además de realzar los incentivos de la Ley de Inversiones Mineras, se especifica que “La oportunidad más interesante que presenta el potencial geológico de la Argentina radica en que el 75% de las áreas significativamente atractivas para la minería, permanecen sin explorar. La totalidad de los prospectos, yacimientos y depósitos mencionados hasta ahora fueron ubicados y puestos a disposición de la actividad privada a comienzos de la década del 90, como resultado de varios años de trabajos prospectivos del Estado, y de las escasas empresas privadas radicadas en el país. Esos proyectos llamados de primera generación son los que conformaron la base del boom minero argentino. Sin embargo, resta aún efectuar la prospección del resto (proyectos de segunda generación), a cargo de la inversión privada, incentivada por la información de base que pueda proporcionar el Estado a través del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR)”. Es decir, se disminuye el riesgo minero de los futuros inversores, entregando los trabajos de exploración efectuados por los argentinos a través del Estado.
Al amparo de estas políticas, diversos proyectos se han estado llevando a cabo, con una impresionante participación extranjera. La provincia de San Juan es un ícono en este tipo de desarrollo con los proyectos de extracción de oro de Veladero (en funcionamiento) y Pascua Lama (en etapa de desarrollo). Sin embargo, otras provincias se han plegado a la entrega de nuestros recursos mineros, como por ej. Jujuy (Proyecto Pirquitas), Catamarca (Bajo La Alumbrera) y Santa Cruz (Cerro Vanguardia), todos ellos en favor de empresas canadienses, inglesas y suizas.
Sin embargo, no todo el marco regulatorio de despojo y saqueo del patrimonio nacional pertenece a la década del 90. El 17 de Junio de 2004, el gobierno de Néstor Kirchner promulgó el Decreto Nº 753/2004, por el cual dejó sin efecto la obligatoriedad del ingreso y negociación en el mercado de cambios de las divisas provenientes de la exportación de productos correspondientes a las empresas mineras, ya sea respecto de un nuevo proyecto o de una ampliación de unidades productivas existentes. Sin embargo, y como consecuencia de la devaluación sufrida por nuestro país, los exportadores fueron obligados a repatriar parte de las ganancias derivadas del comercio exterior, pero a las compañías mineras el Poder Ejecutivo las considero protegidas de los controles de cambios, y en consecuencia, no obligadas a repatriar las divisas derivadas de las exportaciones, invocando el artículo 8 de la Ley de Inversiones Mineras, antes mencionado. Es decir, que pueden liquidar el 100% de las divisas en el exterior. Un porcentaje impensable para los “sufridos” petroleros que “sólo” pueden liquidar el 70% de sus divisas.
A pesar de que en los últimos años, existen productos de exportación que sufren retenciones de diversos porcentajes, el sector exportador minero quedó fuera de la imposición (con el argumento que la ley de Minería lo impedía) hasta finales del año 2007 cuando se impusieron a algunas empresas retenciones de entre el 5% y el 10%. Por otra parte, el Gobierno Nacional actuó explícitamente en defensa de las Empresas Mineras vetando el proyecto de ley que en su artículo sexto prohibía la “exploración y explotación minera o petrolífera, incluyendo en dicha restricción aquellas que se desarrollen en el ambiente periglacial saturado en hielo”.
Durante los últimos años, las exportaciones en el sector de la minería han venido aumentando sensiblemente hasta alcanzar aprox. US$ 3.000 millones durante el año 2007. El peso que actualmente tienen estas exportaciones es enorme.
Teniendo en cuenta el aumento del precio de los commodities mineros, especialmente del oro, que llegó a cotizar hasta casi U$S 1000 la onza en marzo del año pasado, siendo de alrededor de U$S 810 actualmente, las rentabilidades de estas empresas se acrecientan día a día, dejando al país migajas que ni siquiera podemos aprovechar. Por otra parte, en los casos de minerales metalíferos, la vida útil de un proyecto no supera los 15-20 años. Eso significa que si el Estado Nacional no interviene decisivamente en defensa de los intereses nacionales, estableciendo controles ambientales, financieros, a la transferencia de utilidades e impositivos y establezca una adecuada legislación industrial que permita transformar el producido metálico del subsuelo, es decir, conferir valor agregado al mismo, al final de la explotación minera, sólo quedarán sendos socavones en la montaña y pueblos fantasma, fruto del saqueo de las empresas extranjeras.
El Estado Nacional debe recuperar el patrimonio minero reestableciendo el art. 40 de la Constitución de 1949, que establecía la propiedad inalienable e imprescriptible del Estado de los recursos naturales, para evitar continuar siendo una colonia que sirve de materia prima sin elaborar al primer mundo, dejando en contrapartida un pueblo hambreado, saqueado y despojado de sus riquezas naturales. Se impone la recreación de una Empresa Estatal de Minería que comience a explorar y explotar nuestros recursos en forma razonable, teniendo en cuenta que todo recurso no renovable debe ser considerado estratégico para el interés nacional y que estos recursos deben ser la palanca necesaria que promueva el desarrollo industrial nacional.

Martín Scalabrini Ortiz

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Martín,
Es interesante tu reflexión sobre la explotación minera en nuestro país, además que es necesario agregar la falta de un marco regulatorio que exija una análisis socio-económico integral de los proyectos (de cualquiera, no sólo este tipo de proyectos), pero no me queda claro tu objetivo en este post.
Tal vez la causa de los problemas que enumeras sea la falta de un marco regulatorio, o un marco deficiente en favor de algunos de los actores, pero no veo que la solución la encuentres integrando un actor corrupto e ineficiente como el Estado, con un marco regulatorio como el descrito.
No ves necesario implementar medidas sensatas para el desarrollo de la actividad?
Acaso la falta de medidas adecuadas y el respeto a las normas no es lo que nos diferencia de ese primer mundo?
Saludos

Anónimo dijo...

Intersante investigacion, no la lei toda porque me aburri. Las mineras siguen explotando la tierra, los pobres cada vez son mas pobres y el gobierno de turno se queda con la "comsión". Ahora me pregunto; con todo esto, ¿que hacemos? Digo, ¿de que forma podemos revertir esta situación?

Anónimo dijo...

Muchas gracias por los comentarios. El caso de la minería es sólo un ejemplo de que la matriz neoliberal de la década del 90 sigue indemne y es un caso paradigmático del manejo de los recursos naturales que actualmente tiene nuestro país. Este es un simple análisis que lo demuestra. Lo mismo sucede con el Petróleo y el Gas y con los Servicios Públicos esenciales. Todo en conjunto debería formar parte de una Plan Estratégico Nacional, así como lo es en los países más desarrollados. La diferencia radica en que nosotros no somos un país completamente desarrollado y es necesario recurrir a una estrategia propia para resistir los embates de quienes no desean que nos desarrollemos, sino que cumplamos un simple papel de proveedor de materias primas para el resto del mundo. Lo primero que hay que hacer es deshacerse del colonialismo mental que construyen los axiomas necesarios para, a partir de allí, construir el pensamiento lógico que nos conduce a decisiones equivocadas. Como por ej. "El Estado es mal administrador o corrupto de por sí". El Estado sólo es mal administrador o corrupto si el poder quiere que lo sea. El caso de YPF fue el más paradigmático y nos debería servir como ejemplo para destruir esta sentencia. YPF fue deliberadamente endeudada por la Dictadura Militar para producir pérdida y comenzar una campaña por la privatización de la misma, que se coronó durante la infame década menemista. Este ejemplo, junto con la privatización en favor de los ingleses del Ferrocarril del Oeste en 1890, son ejemplos prácticos que pueden servirnos para deshacernos de ese tipo de "zonceras" como bien las calificaba don Arturo Jauretche. Por otra parte, tampoco se puede aplicar la lógica de las Empresas Privadas a una Empresa del Estado. Una Empresa estatal debe ser parte de una estrategica nacional de desarrollo. No puede medirse en términos de pérdidas y ganancias, sino en el papel que le cabe en el desarrollo nacional y en beneficio de quién o quiénes desarrolla sus actividades. El ferrocarril, por ej., puede llegar a lugares inhóspitos sin generar rentabilidad alguna, pero podría estar comunicando zonas de potencial desarrollo económico regional. De esta manera, los que estarían ganando no son Empresas Multinacionales Monopólicas, sino el conjunto de la población. Mi opinión es que debemos recuperar el patrimonio natural por medio del Estado y reestablecer el artículo 40 de la Constitución del 49, como ya lo han hecho algunos países latinoamericanos, respecto de la propiedad inalienable e imprescriptible de los recursos naturales por parte de la Nación.
Se podría escribir mucho sobre esto, así que el debate está abierto.
Saludos

Anónimo dijo...

Martín,
difícilmente podría estar más de acuerdo.
La pregunta: ¿qué grupo político es la opción? ¿A quién se puede contactar? ¿Pino Solanas-Lozano?
Saludos.

Anónimo dijo...

El objetivo que había pensado para el Blog era simplemente proponer temas de debate, sobre todo aquellos a los que no se les da, en mi opinión, debida profundidad. Pensar desde el punto de vista del Pensamiento Nacional y a partir de allí sacar las debidas conclusiones de la coyuntura que estamos viviendo y qué opciones políticas podemos elegir para participar activamente o en el acto eleccionario. Personalmente, tengo una opción política no Oficial definida, que tiene que ver con la recuperación de los recursos naturales, la recuperación de los ferrocarriles mediante el "Tren para todos", la eliminación del despojo minero.

Anónimo dijo...

Martín, mas allá de que coincido plenamente en que los recursos del pueblo debe beneficiar al mismo y no sostener al imperio, opino que el daño que el acto de extracción ejerce sobre la ecología es inevitable e irreversible, ya sea realizado por un ente privado o un ente estatal. Creo que debemos priorizar la ecología,las fuentes de energía y recursos renovables. Puede que un día nuestros hijos se despierten y ya no puedan disfrutar de la naturaleza, no queden ríos y lagos sin contaminar, no queden bosques sin talar. Todavía estamos a tiempo. Saludos!