Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Intento de golpe de Estado en Ecuador

Desde este humilde espacio queremos repudiar el intento de Golpe de Estado que se está produciendo en Ecuador. Sin vueltas, ni eufemismos del tipo "revuelta", "rebelión", ni nada por el estilo. Apoyamos al presidente Correa y a la democracia ecuatoriana. Es promisorio que los presidentes de UNASUR reaccionen rápido frente a esta reacción de la oligaquía vernácula.

Martín Scalabrini Ortiz

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La Energía Nuclear: tecnología al servicio de la Nación


La energía nuclear en la Argentina tiene un desarrollo de avanzada en nuestro país. Esto no fue producto de la casualidad, ni de la iniciativa individual, fue producto de políticas de Estado generadas a lo largo de los años. El punto inicial del desarrollo nuclear fue el conocido equívoco del Proyecto Huemul presentado por el físico alemán Ronald Richter al entonces presidente Juan D. Perón. El proyecto proponía el desarrollo de la fusión nuclear controlada, una tecnología que actualmente no ha sido dominada, que hubiera permitido la obtención de interminables cantidades de energía. El proyecto fue un fiasco, pero incentivó la decisión de crear la Comisión Nacional de Energía Atómica el 31 de mayo de 1950, mediante el Decreto Nro 10.936, en el marco de un proceso de industrialización nacional y desarrollo autónomo que duraría hasta el año 1955. Desde entonces la CNEA ha sido centro del desarrollo nuclear argentino en lo que respecta a su estudio y aplicación.
A poco tiempo de su creación, comenzó a explorar y explotar los yacimientos de uranio descubiertos aprovechando un recurso natural propio sin depender de su provisión en el extranjero. El 1 de agosto de 1955 se crea el Instituto Balseiro en Bariloche y la carrera de Licenciatura en Física. El Instituto es referente indiscutido en la formación de profesionales relacionados con la industria nuclear. Con el envión de la decisión tomada durante el período 45-55, se fueron generando espacios de investigación, desarrollo y estudio, como el Centro Atómico Constituyentes (CAC) con su Reactor de Investigación RA-1 y el laboratorio de radioisótopos en el Hospital de Clínicas. Más tarde, en la década del 60 se produce la creación de la Sociedad de Medicina y Biología Nuclear, remarcando el uso pacífico al servicio de la sociedad de la energía atómica. También entra en funcionamiento el Reactor de Investigacion RA-2 en el CAC. En 1967 se inaugura el Centro Atómico Ezeiza (CAE) y su Reactor de Investigación RA-3. En 1971 se produce otro hito: la inauguración de la planta de producción de radioisótopos en el CAE para uso medicinal e industrial. En 1974 se inaugura el primer Reactor Nuclear para producción de energía eléctrica Atucha I. Se interconecta a la red nacional con la posibilidad de generar 313 Mwe (la recientemente inaugurada represa de Caracoles en San Juan, con un área inundada de 1.200 ha y un volumen máximo de 550 millones de metros cúbicos, puede producir 125 MW). Durante la Dictadura Militar, en el marco de una persecución sangrienta, desapariciones y torturas para implantar el modelo rentístico-financiero que aún sigue vigente, el desarrollo nuclear no se detuvo, fogoneado principalmente por sectores nacionalistas de las Fuerzas Armadas. Es así que a fines de 1976 se crea la empresa INVAP (Investigaciones Aplicadas) en Bariloche sobre una idea que comienza en 1974 liderada por el Dr. en física Conrado Varotto. Esta empresa estatal comienza a desarrollando una planta piloto de producción de esponja de circonio con la cual fabricar las vainas de los elementos combustibles de los reactores de potencia, complementando de esta manera, con producción nacional, la producción de energía eléctrica de la central nuclear. Durante este período continúa el desarrollo de diversas actividades nucleares. En 1979 se inicia la construcción del TANDAR (Acelerador de partículas) en el CAC. También se firma el convenio para la construcción de una nueva central nuclear: Atucha II. En 1984 finalmente se pone en marcha el segundo reactor nuclear en Córdoba, Embalse con tecnología canadiense tipo CANDU, con una capacidad de generación eléctrica de 600 MWe. Durante el período alfonsinista no se producen grandes avances en el desarrollo nuclear argentino. La construcción de la Central Nuclear Atucha II se pospone en forma indefinida. Las políticas radicales sólo se dirigen a mantener una estructura de funcionamiento sin voluntad política de crecimiento e impulso. Se firman convenios y compromisos de uso de la energía nuclear con fines pacíficos, como por ej. con Brasil, pero quitando apoyo al desarrollo del enriquecimiento de uranio.
Durante la década infame menemista la CNEA estuvo a punto de desaparecer. Se la dividió en dos: la CNEA propiamente dicha que quedó con la estructura de investigación y desarrollo y Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA) a los efectos de permitir la privatización de ésta última. Los intentos privatizadores felizmente fracasaron, no sin resistencia de los trabajadores de la CNEA, ante el silencio de la prensa cómplice de aquella época. Durante años no ingresaron nuevas camadas de jóvenes investigadores quedando una brecha generacional inmensa, produciendo un agujero enorme en la formación de profesionales. Era la época en la que, el aún sobreviviente, Domingo Cavallo, instaba a los investigadores a “ir a lavar los platos”. Toda una definición de una época de saqueo, corrupción y ostentación pública de los bienes malhabidos.
En los últimos años, la CNEA ha recibido un apoyo presupuestario muy interesante. Se ha vuelto a abrir el ingreso de becarios, como así también se reparten subsidios para los trabajos de investigación como nunca antes. Además, se está dando impulso a la construcción de la central nuclear Atucha II y a la constucción del primer reactor nuclear desarrollado íntegramente en Argentina CAREM, de baja potencia (25 Mwe).
Estas iniciativas son auspiciosas, pero deben enmarcarse dentro de un proyecto estratégico de desarrollo nacional, ya que de otra manera podrían ser utilizados en beneficio de intereses que no son los nacionales.
El desarrollo nuclear en la Argentina no sólo debe observarse como beneficio en el crecimiento energético nacional, con eventual reemplazo de los hidrocarburos por tratarse de recursos no renovables, sino como cuna de conocimiento y generación de profesionales con alto grado de formación tecnológica. Hace 20 años nacía el “Laboratorio Cero”, un curso-taller gratuito que se lleva a cabo en el piso superior del TANDAR dirigido a estudiantes del último año del colegio secundario. Tuve la suerte de participar de esos encuentros cuando recién comenzaban. Esas clases, en ese entrañable lugar, con aquel apasionado instructor, esas frías mañanas sabatinas, despertaron en mí, a esa edad, el amor por la ciencia, la tecnología y la ingeniería. Otra historia, quizás, hubiera sido si no fuera por aquel “Laboratorio Cero”.

Martín Scalabrini Ortiz

lunes, 16 de agosto de 2010

La fachada “seria” de las corporaciones del petróleo en Argentina

Según la acepción de la Real Academia Española, los significados de la palabra “Instituto” son varios: 1) Centro estatal de enseñanza secundaria; 2) Institución científica, cultural, etc.; 3) Organismo oficial que se ocupa de un servicio concreto; 4) Establecimiento público en el que se presta un servicio o cuidado específico; 5) Cierto cuerpo militar o congregación religiosa y dos más en desuso. Todos estos significados más el uso común indican que se trata de un ente de prestigio, seriedad, cuasi-académico. Sin embargo, las grandes corporaciones utilizan la licencia de la acepción número 4 para crear no sólo organizaciones que generan servicios, sino que, aprovechando la semántica positiva de la palabra “Instituto”, se dedican a tareas de lobby y de presión.

Hay innumerables ejemplos, no sólo en tierras locales, sino internacionales. Uno de ellos es el IAPG, el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas. Esta “institución”, que ofrece cursos técnicos y no tan técnicos relacionados con gestión y economía y participa en la organización de congresos, está conformada por compañías privadas relacionadas con la extracción de petróleo y gas. Aunque fue creada en 1957, en 1996 cambia su denominación por la actual “como consecuencia de una integración de esfuerzos e ideas con los nuevos actores involucrados en el sector”, como informa su página web. Es decir, acomodando sus intenciones de acuerdo al nuevo marco privatizador y desregulatorio impuesto en la década del 90. El cuerpo directivo está conformado por representantes de las empresas, encabezadas por Repsol-YPF, que aparece como YPF S.A. en un intento de lavaje de fachada que ya lleva unos años. Su presidente honorario Ernesto López Anadón, fue un hombre de Repsol-YPF y ahora se dedica a transmitir las bondades del comercio libre y la desregulación en el mercado del gas y el petróleo en conferencias, charlas y congresos, con buena llegada al poder político, como lo demuestra la foto que figura en la página web de la 24ta. Conferencia Mundial de Gas que se realizó en Buenos Aires con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

En el pasado mes de mayo se llevaron a cabo las 5tas Jornadas de Actualización Petroquímica, un lugar de encuentro y expresión de las empresas de la industria petroquímica sobre políticas y mercados del sector. Entre sus invitados como expositores estuvieron representantes de la industria, como Héctor Méndez de la UIA, consultoras privadas extranjeras del sector energético y petroquímico, ejecutivos de empresas e, incluso, representantes del sector político liberal-conservador como Juan José Llach, Rodolfo Terragno y Carlos Brown, el delfín duhaldista. Estos últimos dando lecciones de cómo organizar industrialmente el país y observando lo que pasaría si no se hace lo que ellos proponen. El caso de Llach es sumamente llamativo, ya que fue funcionario del gobierno de Carlos Menem como Secretario de Planificación Económica, y Fernando De la Rúa, siendo su Ministro de Educación, y sigue realizando conferencias y charlas de análisis económico-político incluyendo sus propios pronósticos futuristas.

Pero es en la exposición de López Anadón, también presente, que es interesante detenerse. Su presentación tuvo como objetivo demostrar con gráficos y datos que la desregulación del mercado del petróleo y el gas implantado durante la década menemista, fue beneficioso en términos de reservas, ante la mirada intrascendente de los presentes. Me pregunto si esa afirmación habrá generado la misma sorpresa que me atrapó a mí, en alguno de los concurrentes.

Sus argumentos son un ejemplo de cómo se pueden manipular los datos estadísticos para llegar a una determinada conclusión, de acuerdo a lo que se quiera demostrar. En sus páginas 3, 4 y 5, muestra un gráfico realizando una comparación entre la variación de reservas y producción en el período 1973-1990 y 1990-2008, llamando al primero “período de regulación estatal” y al segundo “período de desregulación”. Su punto de comparación es justamente el año en el que se subestimaron las reservas hidrocarburíferas a partir de un trabajo de una consultora privada (Gaffney, Clines & Asociados) que recalculó el nivel de reservas de YPF, como paso previo a su privatización, permitiendo un precio de venta de sus activos mucho menor al real. En 1989 las reservas eran de 344 millones de m3, un 37,6% superior al punto inicial de López Anadón. Este valor de reservas es recuperado en dos años alcanzando en 1992 320 millones de m3, demostrando que las reservas ya existían en la YPF estatal y que no habían sido contabilizadas. López Anadón utiliza un engaño estadístico menemista para demostrar su tesis.

Por otra parte, el “descubrimiento” de nuevas reservas de petróleo durante la década del 90 llega a producir un nivel de reservas de 448 millones de m3. López asegura que es producto de la inversión realizada por las empresas privadas. Sin embargo, la realidad marca otra cosa bastante diferente. Mientras que en 1989 la cantidad de pozos de exploración (aquellos pozos perforados para buscar nuevas reservas con alto riesgo minero) era de 98 pozos (un 12,1 % del total de pozos perforados) contra 533 pozos de explotación (aquellos pozos perforados en zonas delimitadas y en donde se tiene la seguridad de que existe petróleo), en el 2001 se llegan a perforar 31 pozos exploratorios (un 2,2 % del total) contra 1148 de explotación, dejando al desnudo una estrategia depredadora de un recurso estratégico como el petróleo. El pico se produce en 1995 con 165 pozos exploratorios. Pero tampoco puede explicarse por la “gran” inversión de las compañías privadas, sino simplemente por el aprovechamiento de la utilización de estudios previos realizados en su mayoría por la YPF estatal. La maduración de las diversas zonas petroleras lleva años, siendo alrededor de 10 en promedio. Es decir que el período en el que comienzan a visualizarse los frutos del desarrollo exploratorio tarda, por lo general, una década. El resultado de las políticas petroleras aplicadas no se conoce hasta después de este período de tiempo. Para simplificar se tomó el caso del petróleo, pero el caso del gas es muy parecido al petrolero e incluso, se profundiza.

Como agravante a la falta de inversión en exploración durante la “desregulada” década del 90 se producen dos cuestiones fundamentales. La primera, un aumento extraordinario de los valores exportados. El aumento en la cantidad de pozos de explotación y, en consecuencia, el valor de producción obtenido no sólo no se dirigió a desarrollar el mercado interno, sino que en su totalidad, e incluso más, fue hacia la exportación. Los valores exportados se multiplicaron por 27 en 1997, respecto de 1989. El mayor porcentaje de petróleo exportado, respecto del total producido, se genera en 1996 con un 41% del total extraído. Este impresionante aumento generó una renta petrolera extraordinaria apropiada prácticamente en forma íntegra por las empresas privadas extranjeras, sin la obligación de liquidar las divisas en un 70%. La segunda, son las ganancias extraordinarias de las empresas, principalmente Repsol, quien a partir de 1999 se hace con el control total de YPF. La exportación indiscriminada y la maximización de la ganancia de un recurso estratégico como el petróleo se combinaron para obtener una caída en el nivel de reservas medido en años (relación entre lo producido y las reservas) pasando de 14 a 8 actualmente. La estrategia empresarial pasa por demostrar que la única forma de aumentar las reservas es el precio de venta y el mantenimiento de lo que ellos denominan “seguridad jurídica” por medio de planes de incentivo y continuación del mercado desregulado y sin intervención estatal. A la vista de los resultados de los balances anuales cabe preguntarse acerca del significado de la “seguridad jurídica”.

Al la vista de lo sucedido, se demuestra que el Estado debe estar presente en la producción de hidrocarburos. La empresa estatal ENARSA no está cumpliendo con este rol. Su influencia en el sector hidrocarburífero casi nula, producto de políticas sin objetivos estratégicos, y su alianza con los mayores beneficiados durante la época del saqueo indican un camino en la dirección incorrecta. Se impone la empresa estatal de hidrocarburos que alguna vez nos llevó al autoabastecimiento y a la ruptura de los trusts extranjeros en la época del Gral. Enrique Mosconi.

Martín Scalabrini Ortiz

Fuentes:
- Diego Mansilla, “Hidrocarburos y política energética”, Ediciones del CCC, 2007.
- NPEL, “Saqueo Petrolero”, Ediciones del IPS, 2007.
- Eduardo López, “El factor hidrocarburos vuelve a ser una traba para el desarrollo de la industria y la producción nacional”, Industrializar Argentina Nro. 11.

miércoles, 30 de junio de 2010

El Mundial y las identidades

Durante este último mes de junio y parte del de julio, el mundo gira prácticamente alrededor de una pelota de fútbol. El deporte más hermoso y popular tiene el torneo internacional más importante en tierras sudafricanas. Durante ese tiempo, no solamente se juegan encuentros deportivos, sino también se muestran al mundo parte de las características e identidades de las más disímiles naciones del planeta. Tanto en las tribunas, como en el mismo campo de juego. En las tribunas con su colorido y su demostración de aliento incondicional por parte de los hinchas de todos los países, a pesar de que sea difícil distinguirlos en medio del sonido de las vuvuzelas. Las imágenes televisivas muestran en primer plano la variedad de los distintos grupos de hinchas que utilizan sus más tradicionales costumbres futboleras para alentar a sus equipos, entre cantos, banderas, vestimentas, e incluso disfraces. Allí hay parte de la identidad de una nación presente. No toda, pero al menos una parte. Otra parte se puede ver, también, en el verde césped y en los once jugadores que tienen la suerte de jugar el más grande evento deportivo del planeta. Sus apariencias, sus apellidos, sus actitudes durante el juego, son una expresión más de la nacionalidad.

Sin embargo, podría haber otra cuestión adicional que permita deducir algo más de la identidad de un país: su juego. Existe una frase que aparentemente fue acuñada por César Luis Menotti y que dice mucho más de lo que su extensión podría suponer: “Se juega como se vive”. ¿Se juega como se vive, realmente? Lo primero que vendría a la mente es: depende. Depende es una palabra que queda bien en cualquier contexto, pero exige explicaciones. Alguna descripción que debe ser muy bien argumentada para que pueda tener algún sentido. Para ello hay que recurrir a algunos ejemplos.

El primer caso que viene a la mente es Brasil. La alegría brasileña es una característica bien conocida por todo el mundo y su máxima expresión es el Carnaval, un evento que atrae la atención y el turismo planetario. ¿Puede decirse que sus jugadores son alegres, lo mismo que su estilo de juego? Un verdadero ejemplo de ello podría ser Ronaldinho. Su juego transmite alegría acompañado siempre con una sonrisa. Pero no una sonrisa sobradora sabiéndose superior al rival, sino una sonrisa de disfrute. De disfrute de lo que está haciendo. Del juego. De lo que puede hacer la pelota en sus pies. Figura idolatrada en algún momento en Brasil.

Los equipos europeos también tienen sus características. La primera que se nos ocurre es el orden. Sus sociedades mismas aparentan ser ordenadas. Ese orden que tanto deslumbra a nuestra clase dominante. Es ese mismo orden el que hace que los partidos carezcan de sorpresa y de creatividad. Podemos saber de antemano cómo van a jugar tal o cual equipo. Eso no significa que no sea eficaz. Los equipos europeos han ganado muchos campeonatos del mundo. Y los han ganado a la europea.

El caso africano es diferente. De lo poco que sabemos del continente africano es su desfachatez. Esa desfachatez los ubicó en cuartos de final en los mundiales de 1990 con Camerún y del 2002 con Senegal y en octavos de final en los mundiales de 1994 con Nigeria, que quedó tristemente afuera el alargue y con un gol de penal frente a Italia, en 1998 con Nigeria otra vez y en el 2006 con Ghana. Una vez más quedó Ghana, esta vez, como mínimo en cuartos, lo que no ocurría desde hace tiempo con un equipo africano. Sin embargo, el rendimiento de estos equipos no fue el que se esperaba, teniendo en cuenta que por primera vez se juega un Mundial en el continente africano. De los seis equipos africanos, sólo uno contaba con un técnico de su país, el resto fueron un brasileño, un serbio, un francés y dos suecos. Todos estos técnicos, ¿habrán podido desentrañar los misterios de las identidades de cada uno de los países? ¿Habrán querido hacerlos jugar con un modelo europeo o habrán querido aprovechar las características africanas? Parece difícil aceptar que un sueco pueda comprender los intrincados vericuetos de la personalidad africana del fútbol, sino más bien que deben haber querido hacerlos jugar más bien a la europea.
Del juego sudamericano y, más específicamente argentino, conocemos aproximadamente de qué se trata. Habilidad, creatividad, sorpresa y, muchas veces, garra y corazón podrían ser las principales características. ¿Nuestras sociedades son así? ¿Nuestras personalidades son así? Dado que todo se mide en términos relativos y, por lo tanto, en comparación con otros continentes, podría ser así. Nuestra clase iluminada los señala como defectos, en contraposición a la planificación, al orden, a la organización. Un poco de esto no viene mal, pero, ¿seríamos nosotros si nuestro único camino fuera éste último? ¿O sería un intento de parecernos a quienes no somos? Hemos conseguido muchos resultados cuando nuestra identidad se ve reflejada en nuestro trabajo y en nuestros proyectos. Simplemente, hay que darse cuenta de quiénes somos para saber hacia dónde vamos.

Martín Scalabrini Ortiz

lunes, 31 de mayo de 2010

Bicentenario de la Revolución de Mayo

Este año se cumplen 200 años del suceso que dio comienzo a un proceso de autonomía que desembocaría seis años después con la independencia nacional y que demostraría que los americanos podían hacerse dueños de sus destinos. En estos últimos doscientos años nuestro país ha experimentado vaivenes, donde la Argentina siguió, por momentos, con errores y aciertos, el camino de la independencia, la autonomía y la emancipación, pero por otro lado, también siguió el camino de la dependencia, la entrega y la dominación. Estos caminos comenzaron a delinearse durante la misma Revolución de Mayo, cuando los revolucionarios tenían la opción de erigirse en próceres de nuestra independencia nacional o ser meros entregadores al comercio librecambista inglés. Raúl Scalabrini Ortiz, en la década de 1930, analiza lo que en su momento llamó “Las dos rutas de Mayo”, dando marco al proceso de conformación del primer gobierno patrio. Esta bifurcación estuvo personificada por dos protagonistas de aquellas épocas, Mariano Moreno y Bernardino Rivadavia. Uno, el nacionalismo revolucionario, proteccionista, americano y popular y el otro, el liberalismo antinacional, europeizante, localista y minoritario.
Los intentos de anexión política de Inglaterra, si bien fueron considerados desde mucho antes de la época de la Revolución, comenzaron a darse en 1806 y 1807, pero se encontraron con el denuedo criollo. Durante los juicios que se entablan contra Whitelocke, comandante de la segunda Invasión inglesa, el castigo no provenía del deshonor sufrido con la derrota por las armas ingleses, sino, en primer término de la pérdida de tan importantes mercados para colocar las manufacturas inglesas y proveerse de materia prima. La revolución industrial y el proteccionismo inglés habían provocado una oferta de productos manufacturados que debían ser ubicados en nuevos mercados. En contraprestación, los países receptores proveerían de materias primas, ante la falta de ellas, que no es otra cosa que la función de una colonia. La Revolución de Mayo abre a los ingleses la posibilidad de adueñarse de esos mercados vírgenes y convertir a los nuevos países en colonias económicas.

Bien conoce Mariano Moreno estas intenciones, disfrazadas en declaraciones a favor de la independencia de los países americanos, como lo hacía don George Canning, quien luego sería honrado por las clases dominantes con una estatua y una calle en la Ciudad de Buenos Aires. Los dos honores ya no existen, lo que demuestra que los pueblos aprenden de su historia. Es por ello que Mariano Moreno desconfía del capital extranjero, ese objeto elevado a deidad, en pos del progreso, durante muchos períodos de nuestra historia. Decía: “El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios”.

En su Plan de Operaciones desarrolla lo que debió ser el plan de gobierno seguido por los patriotas. Los amigos debían ser tratados benévola y tolerantemente, mientras que los enemigos sin contemplación. Tenía claro que en una Revolución no cabían las medias tintas. Consideraba que no era posible hacerla con medios exclusivamente persuasivos. El primer deber de una revolución es sostenerse a sí misma. Asimismo, desarrolla los lineamientos para una sociedad igualitaria y equitativa. Considera pernicioso la acumulación de la riqueza en pocas manos y que sirven de ruina a la sociedad civil. Propone, entonces, expropiar a “cinco mil o seis mil individuos para beneficiar a ochenta o cien mil habitantes”. La acumulación de riqueza por parte del Estado podría desarrollar “las artes, la agricultura, la navegación, etc. producirá en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservación de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e inútil, que deben evitarse principalmente porque son extranjeras”. Toda una definición ideológica y plan de gobierno.

Sin embargo, la historia nos cuenta que este camino se clausura. Que una de las dos rutas de Mayo queda ocluida con la caída de Moreno y su grupo en diciembre de 1810. El fuego de Moreno se apaga definitivamente en el barco que lo trasladaba a Inglaterra, en una misión creada para alejarlo del escenario público. La posibilidad de una autonomía americana terminó con él. La anarquía por él predicha consumió las energías vivas de la república. La intriga se enseñoreó del país. El egoísmo personal primó sobre los intereses generales. El comercio inglés había abatido ese inesperado obstáculo y tenía ya las puertas francas: él iba a marcar la otra ruta de la revolución de Mayo. La ruta por la que se frustraban todas las esperanzas que los pueblos habían puesto en la revolución. Mayo no iba a ser una liberación, iba a ser el comienzo de una sumisión. Las invasiones inglesas, dice V.F.López, y la revolución social de 1810 abrieron para nosotros la época en que comenzó esa revolución del trabajo personal y de la pobreza verdadera, separada de la riqueza de la vida social.

Martín Scalabrini Ortiz

sábado, 28 de noviembre de 2009

Malvinas: Una historia de olvido y ocultamiento

La guerra de Malvinas forma parte de una historia de la cual se habla de vez en cuando, aniversario mediante. Una historia de la cual nos han quedado tristes relatos, algunos avergonzados, otros demostrando orgullo en medio de la soledad. El uso de las palabras también ha sido marcado. Los grandes medios suelen hablar de "invasión" (Ej. Clarín, 22-08-2008, 12-08-2008 o La Nación, 2-04-2009, 1-04-2007, 24-03-2002) en lugar de "recuperación". Un territorio que es indudablemente argentino. Por historia, por legalidad, por coherencia. Los años transcurridos han dejado en el manto del olvido las historias de aquellos más de 600 compatriotas que dejaron su vida en las gélidas tierras y aguas de nuestro suelo. Casi la misma cantidad de compatriotas que decidieron dejar de existir después de las secuelas psicológicas que dejaron las imágenes de sangre e infierno vividas en aquellos días. La memoria colectiva es alimentada sólo por recuerdos individuales de aquellos que comportaron heroicamente para defender nuestro suelo. El recuerdo no significa reivindicar a quienes con esta acción pasaron a ser momentáneamente vivados en los balcones de la Casa de Gobierno, dejando de lado sus crímenes cometidos para implantar a sangre y fuego el comienzo de destrucción del Estado de bienestar con sus conquistas populares mediante el modelo neoliberal aún vigente. Sino más bien, rescatar figuras, entre tantas, como el aviador Teniente 1ro. Sánchez, quien formó parte de una escuadrilla de cuatro A-4B que el 8 de junio de 1982 atacó a los buques ingleses estacionados en Bahía Agradable inflinguiendo grandes daños. Los compañeros de Héctor Sánchez, el primer teniente Danilo Bolzán, el alférez Alfredo Vázquez y el teniente Juan Arrarás, fueron alcanzados por sendos misiles Sidewinder, de fabricación estadounidense, lanzados por los temibles Sea Harrier, a la vista del mismo Sánchez. Éste logró escapar sin antes tener que reabastecerse con un Hércules por impactos de la artillería antiaérea, sin ningún tipo de navegador (Omega o IFF), ni referencia geográfica, más allá del sol (Fuentes: Batallas de Malvinas, Pablo Camogli, Ed. Aguilar, 2007; La Guerra Inaudita, Rubén Oscar Moro, Ed. Edivérn, 2005). Esta historia contada por el mismo Héctor Sánchez para el canal de cable "History Channel", difícilmente se pueda encontrar en algún medio masivo nacional, ni siquiera en las fechas aniversario.
Otra afirmación, producto de la desinformación a través de programas cortos, noticieros y películas, es la creencia de que los oficiales de las fuerzas armadas enviaron a morir a los soldados permaneciendo en posiciones más alejadas y seguras de la zona del combate. Lejos de intentar reinvindicar a aquellos que participaron en grupos de tareas durante la Dictadura Militar cometiendo delitos de lesa humanidad, la realidad indica que el 10% de los muertos en Malvinas eran oficiales y el 40% suboficiales. En el Ejército, donde se cuenta con datos más precisos, murieron 1 oficial cada 48 oficiales movilizados, 1 suboficial cada 57, mientras que los soldados murieron en una proporción de uno cada 52. Es decir, que los oficiales murieron combatiendo junto a los soldados en una proporción similar, a pesar de que estos datos puedan costarle creer a la sociedad argentina.
Los veteranos de guerra de Malvinas sólo son reivindicados en contadas ocasiones. Para los soldados que participaron en los combates, la vuelta a casa significó la indiferencia, el desamparo y la desilusión. Las secuelas físicas y psicológicas se contaron por miles. La cantidad de muertos por suicidio supera la cantidad de muertos en combate terrestre. Esto es algo que la sociedad nunca pretendió ni pretende hacerse cargo, a pesar de que quienes lucharon en suelo malvinense fueron a defender el territorio nacional. Las políticas de los sucesivos gobiernos democráticos incentivaron esta situación. Es conocida la política de desmalvinización de Raúl Alfonsín durante su presidencia. El único momento en que pronunció "Héroes de Malvinas" fue para justificar su deflección frente a una multitud en Plaza de Mayo, produciendo posterioremente las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Durante la década infame del 90, junto con la enajenación del patrimonio nacional en manos de empresas extranjeras, la política sobre Malvinas no pasó más allá del intento de envío de los ositos de peluche por parte del ex-canciller Guido Di Tella para ganarse la simpatía de los "kelpers".
Malvinas sigue siendo un conflicto. Un conflicto de enormes proporciones. El ex Diputado Nacional Mario Cafiero ha realizado un estudio pormenorizado respecto de la importancia territorial y geoestratégica de la extensión marítima alrededor de las islas, no solamente las Malvinas, sino las Georgias y las Sandwich. Los ingleses han ampliado la autoproclamada Zona Económica Exclusiva a 200 millas y hasta 350 millas su plataforma continental, una superficie que abarca 3.500.000 km2. Para tener una idea, el territorio continental argentino tiene una superficie 2.780.400 km2. Inglaterra, además, tiene un reclamo en el sector antártico perteneciente a la Argentina, de aprox. 3 millones de km2. En una afirmación que puede ser sorprendente por la magnitud y por la falta de difusión local, en Ingaterra se informó que la empresa Desire creee que pueden haber hasta 3.000 millones de barriles económicamente recuperables en la cuenca Norte de Malvinas (Telegraph.co.uk, 10-Sep-2009). Esto significa, a un precio de U$S 75 por barril de petróleo, un total de 225.000 millones de dólares. La primera perforación comenzará en Febrero 2010, habiendo salido para esa tarea, la plataforma "Ocean Guardian" desde Escocia el 27 de noviembre. Sin embargo, Inglaterra estima que las reservas totales pueden llegar a 60.000 millones de barriles de petróleo, el valor de 27 veces la deuda externa argentina.
Por otra parte, Inglaterra ha logrado incorporar estos territorios a la nueva Constitución Europea que entra en vigencia el 1 de diciembre de 2009. Además, ha logrado que la Argentina retirara el caso Mavinas de la Asamblea General de las Naciones Unidas, relegándolo a un Comité de Descolonización de segunda línea.
Todas estas acciones, demuestran que para Inglaterra las Malvinas no eran unas islitas perdidas al otro lado del mundo, sino que significan un territorio geoestratégico de enormes proporciones. Creencia, la primera, que sí es aceptada por gran parte de nuestra dirigencia política y de nuestra sociedad.
El Gobierno actual tampoco ha dado muestras de interés en la recuperación de un territorio que nos pertenece históricamente. Es un tema del que se prefiere no hablar, como muchos otros temas.
Si en vistas del Bicentenario de Mayo no aprendemos a decir la palabra PATRIA, con las islas Malvinas incluidas, con orgullo, estaremos construyendo una celebración hipócrita y sin sentido. Tendrá sentido si aprendemos a defender los verdaderos intereses nacionales.

Martín Scalabrini Ortiz

domingo, 1 de noviembre de 2009

Siderurgia: ¿Sector estratégico?

La siderurgia forma parte de esencial de todo desarrollo industrial. Se trata de la transformación del mineral de hierro en objetos metálicos que forman parte sustancial de nuestra vida cotidiana. Las etapas de transformación son simples. Primero se realiza la fundición del mineral, es decir, el pasaje desde el estado sólido al estado líquido, y su separación del resto de los componentes con el que se encuentra en la naturaleza. Una vez fundido, se realizan agregados de otros componentes químicos (carbono, zinc, molibdeno, cobre) con el objeto de mejorar la resistencia, tenacidad, ductilidad, etc. del producto final. Por último, el material fundido vuelve a su estado sólido con otra forma. Por lo general, se trata de formas simples, de manera tal que éstas pueden formar parte de otros objetos. Por ejemplo, se obtienen planchas de acero (chapa) para que luego sean utilizadas en la fabricación de automóviles, electrodomésticos como heladeras, lavarropas, cocinas, etc, o tuberías para su utilización en la industria del petróleo, el gas, la petroquímica, etc., o perfiles para la construcción que se utilizan como piezas fundamentales en los edificios, casas, galpones, etc. Estos productos simples pueden alimentar las más variadas fábricas en la industria metalmecánica. La producción de esta industria pueden ser elementos simples o máquinas de alto valor agregado que terminan siendo bienes de capital de otras industrias o fábricas.
El valor estratégico para el desarrollo nacional de la fabricación siderúrgica es, entonces, indispensable. La historia nos muestra que en los inicios de nuestra patria, la producción metalmecánica se asociaba fuertemente con la defensa nacional. La primera fundición data del año 1812 y fue ubicada en el barrio porteño de San Telmo. Estaba bajo las órdenes del teniente coronel de Artillería Ángel Monasterio, un español que se puso al servicio de los patriotas, para la fabricación de cañones, siendo sus primeras producciones tres morteros de bronce (aleación de cobre y estaño) con los nombres de Tupac Amaru, Mangoré y El Monasterio (éste último se encuentra en la galería de entrada del Museo Histórico Nacional, ubicado en Defensa 1600, Capital).
La producción metalúrgica formó parte, entonces, de un lugar importante en las Guerras por nuestra Independencia. La gesta sanmartiniana nos entrega un nombre conocido: Fray Luis Beltrán. Beltrán tuvo a su cargo la fabricación de todo tipo de productos para la provisión del ejército de los Andes: fusiles, sables, cañones, herraduras, etc, fundiéndose todo lo que se podía fundir, desde candelabros hasta las campanas de las iglesias. Es difícil suponer que la campaña libertadora de San Martín hubiera tenido éxito sin el soporte de esta industria metalúrgica fundamental.
Décadas más tarde, el impulso generado en las guerras por la Independencia se vería disminuido con el paso de los años y las luchas civiles. Tal es así que durante la Guerra del Paraguay, el ejército liberal de Bartolomé Mitre juntos con los aliados de la oligarquía oriental y el Imperio del Brasil, que entrarían en territorio guaraní dejando la destrucción y un panorama desolador, derrumbarían los que eran los primeros altos hornos de Sudamérica, esgrimiendo como excusa que eran construcciones hechas por el “diablo”, condenando al atraso a uno de los países más desarrollados en ese entonces.
La actividad privada también participó del desarrollo metalúrgico. A modo de ejemplo, podemos mencionar el inicio de actividades en 1858 de la fundición denominada “Casa Amarilla”, ubicada en la Boca, donde se fabricaban placas de apoyo para los rieles ferroviarios.
Sin embargo, el mayor impulso a la industria siderúrgica nacional va a provenir del Estado argentino. Luego de un período de indefensión durante la década de 1930, producto de las políticas librecambistas que dejaban a la producción nacional desprotegidas frente a la competencia de los grandes productores internacionales, principalmente europeos, se desarrolla durante la década del cuarenta el Plan Siderúrgico, impulsada por el General Manuel N. Savio. Su labor comienza, mucho antes, con la creación de la Escuela Superior Técnica en 1930, cuyo objetivo principal era articular y jerarquizar los cursos de Ingenieros impartidos por el Colegio Militar y acercarlos a la realidad industrial del país. En 1939, Savio presenta el proyecto de lo que luego, en 1941 mediante la ley 12.709, sería la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM). Al año siguiente, dejaría plasmado su pensamiento en lo que sería la preparación del Plan Siderúrgico: “Política de la producción metalúrgica argentina” y “Bases para la industria del acero en la República Argentina”. En ellos se demuestra la intención de Savio de sacar al país de su situación exclusiva agrícola-ganadera "sacando el hierro de nuestros yacimientos y promoviendo su industrialización para una real y efectiva liberación nacional".
Durante los últimos cinco años de su vida, el Gral. Savio estuvo dedicado a la construcción y puesta en marcha de Altos Hornos Zapla y a la formulación del Plan Siderúrgico con la creación de la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SOMISA). Éste es aprobado por unanimidad en el Congreso de la Nación como ley 12.987, promulgada por el Poder Ejecutivo el 21 de junio de 1947 con los siguientes objetivos: producir acero en el país utilizando minerales y combustibles argentinos y extranjeros, pero de manera de mantener activas las fuentes nacionales de minerales y combustibles, suministrar a la industria nacional de transformación y terminado acero de alta calidad “semiterminado”, fomentar la instalación de plantas de transformación y terminación de elementos de acero y asegurar la evolución y el ulterior afianzamiento de la industria siderúrgica argentina.
La ley determinaba que la empresa se constituiría con un capital inicial de U$S 100 millones, con un aporte de U$S 80 millones del Estado nacional y U$S 20 millones de capital privado. Este capital privado sería aportado por un listado de empresas del sector interesadas en la producción de productos semiterminados. En Asamblea, cada acción del Estado valía 10 veces más que la del privado, con lo que se aseguraba el control estatal de la empresa. Además, estaba prohibido el ingreso de capital extranjero y se limitaba a un 49% el total del capital privado. Esta limitación no sería necesaria aplicarla, ya que sería el Estado el que financara los aumentos de capital de la empresa.
El desarrollo de SOMISA fue parte de la vida nacional durante los años siguientes. No sólo por formar parte de uno de los indicadores de desarrollo nacional, sino por la capacidad de desarrollo tecnológico en conocimientos y maquinaria. El desarrollo que incitaba su presencia es incalculable, generando la creación de miles de PYMES proveedoras de la empresa. En paralelo, se desarrollaron las Escuelas técnicas para poder alimentar las necesidades de producción y desarrollo, dando a los trabajadores un futuro digno. Su reputación se extendía más allá de las fronteras de nuestro país. En el año 1975, llega a producir 182 kg/hab, siendo éste un indicador de desarrollo industrial (en los países industrilizados llegaban a 600 kg/hab). A partir de 1976, con la sangrienta dictadura militar, SOMISA es una víctima más de las políticas de desindustrialización que se ponen en práctica y continúan en el presente, alcanzando su nivel más bajo de producción en el 85/86.
Más tarde, todos los sueños del Gral. Savio se harían añicos con la implantación de las políticas neoliberales en el período menemista, siendo SOMISA una de las primeras bajas de la Reforma del Estado impulsada por el Consenso de Washington, pasando a formar parte de un entramado multinacional como papel complementario en la producción mundial de acero, dedicada a la exportación y al control monopólico del mercado interno a precios internacionales. Objetivos certeramente lejanos a una genuina producción nacional para un país autónomo e independiente. Pero ésa, es otra historia.

Martín Scalabrini Ortiz