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"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

martes, 22 de noviembre de 2011

Plan Nuclear y energías alternativas

En este espacio ya se han destacado los logros y el importante desarrollo nuclear que ha tenido nuestro país desde que fue creada la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) hace 61 años. Tanto para generación de energía como para el desarrollo de actividades relacionadas con la medicina y otras áreas.

La actividad nuclear es uno de los enclaves tecnológicos más importantes de nuestro país. Ha sabido desarrollar tecnología propia a través de profesionales y técnicos altamente capacitados. A través del Insituto Balseiro, se dedica a la formación de profesionales de grado de alta calificación en las áreas de la Física, Ingeniería Nuclear e Ingeniería Mecánica y maestrías y doctorados en las mismas áreas. Sus profesionales son tentados desde la actividad privada para realizar cualquier tipo de trabajos. Desde cálculos estadísticos complejos para consultoras internacionales hasta diseño de ingenierías variadas en empresas locales. Es un alimento de conocimiento que trasciende el ámbito de las Instituciones oficiales. Alrededor de la actividad nuclear giran diversos tipos de desarrollos tecnológicos, uno de los cuales vio la luz en el reciente lanzamiento del satélite Aquarius/SAC-D, cuyos paneles solares fueron íntegramente realizados en el Departamento de Energía Solar que dirige el Dr. Julio Durán. La CNEA se destaca también por el desarrollo de investigación básica y aplicada en temas que van desde la Química de Reactores, Radiobiología, Medio Ambiente, Física, Robótica hasta Reactores de Investigación.

El desarrollo tecnológico en reactores ha alcanzado niveles internacionales llegando a competir con los países más avanzados del mundo. Es el caso de INVAP y sus reactores vendidos al exterior. El último de ellos, el OPAL, fue entregado a Australia en el año 2006 luego de una compulsa compitiendo con países como Alemania, Canadá y Francia. El reactor de 20 MW de agua liviana en pileta abierta es multipropósito, pero se utilizará mayormente en la producción de radioisótopos e investigación científica. Representa la mayor exportación de tecnología "llave en mano" en la historia argentina.

Es decir, el enclave tecnológico nuclear no sólo genera energía eléctrica para nuestro país sino que arrastra un sinfín de actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología.
Asumir una posición contraria al desarrollo nuclear argentino es un error estratégico bajo la lógica de un verdadero desarrollo autónomo e independiente. Asumir el cierre de las Centrales Nucleares tiene el mismo peso específico que "entregar nuestra bandera", como bien decía el General de la Nación Enrique Mosconi al referirse a la entrega de nuestro petróleo.

Don Arturo Jauretche recomendaba mirar la realidad sin anteojeras "ideológicas" y a imaginar la Argentina sin moldes preestablecidos. Porque la realidad de un país atrasado y dependiente no se puede analizar bajo los modelos de los países desarrollados. Ya en la década de 1930, Raúl Scalabrini Ortiz advertía sobre los peligros de dejarse llevar por estas concepciones. En su época, los grupos que buscaban modificar el status quo o que, de alguna manera, representaban valores progresistas o de izquierda, practicaban un anti-imperialismo abstracto que apuntaba principalmente a Estados Unidos. Sin embargo, la realidad indicaba que, practicando un anti-imperialismo concreto, se llegaba a la conclusión de que era Inglaterra la que dirijía el destino de nuestra Nación. De acuerdo al prisma que se utilice, las conclusiones pueden ser diferentes.

Es el caso de la incongruencia de comparar nuestras centrales nucleares con la de Fukushima a la luz de la catástrofe natural que sacudió Japón hace unos meses atrás. Y argumentar, de esa manera, que es necesario detener el desarrollo nuclear nacional.
La primera gran diferencia es la lógica de operación del sistema nuclear japonés que es totalmente privado, cuando en la Argentina es operado por el Estado. Esta diferencia es crucial a la hora de analizar las fallas de seguridad que presentó la central japonesa, ya que las principales falencias se debieron a la presión por bajar los costos de las instalaciones. Tal como es de esperar en un emprendimiento totalmente privado. La primera subestimación fue la magnitud del evento extremo a la hora de analizar los posibles riesgos y sus probabilidades. Un estudio que no sólo se realiza en la industria nuclear, sino en cualquier industria con riesgos asociados. La magnitud del tsumani estaba por encima de los valores de diseño que los reactores debían soportar. Nuestros reactores no se encuentran en una zona sísmica y por lo tanto la probabilidad de ocurrencia de terremotos es remotísima. La otra diferencia importante es la elevación de la planta sobre el nivel del mar. Mientras que en Fukushima la planta y las bombas de agua que debieron mantener el enfriamiento del núcleo, estaban ubicadas en la orilla, nuestros reactores están ubicados, uno sobre una barranca de 25 mts de altura y la otra en el lago de Embalse Río Tercero, provincia de Córdoba, donde es imposible la formación de una ola destructiva como el tsunami japonés.
Las ubicaciones no son casuales y fueron tenidas en cuenta a la hora de la evaluación de riesgos asociada con la instalación de las plantas.

Las tecnologías también son diferentes. Mientras que Fukushima son de uranio enriquecido y agua liviana, las nuestras son de uranio natural y agua pesada. El edificio de contención de la Central Atucha I puede resistir el impacto de un avión en picada. La forma semiesférica del edificio da cuenta de este diseño. En Fukushima, el edificio era un edificio simple sin la contención adecuada. Este detalle puede verse en cualquier foto de la Central afectada.



Aún así, los informes de seguridad posteriores dan cuenta de que la central no sufrió daño signficativo y se detuvo en forma segura. El terremoto destruyó el sistema eléctrico de toda la zona lo que anuló el sistema de refrigeración de la planta detenida. Con la falla de este sistema, se puso en marcha automáticamente el sistema de alimentación de emergencia en forma adecuada. En ese momento, una ola de 14 mts de altura inunda toda la zona anulando los sistemas de emergencia que estaban a nivel del mar. El desastre se apodera de toda la costa japonesa matando 30.000 personas. De esta manera, parte del combustible de los reactores se fundió y, como la contención fue insuficiente (por el diseño del edificio), se liberó gran cantidad de material radioactivo al medio ambiente. Sin embargo, luego de esta sucesión de eventos, hasta donde se sabe, nadie ha recibido hasta ahora una dosis letal de radiación. Es decir, no hubo víctimas fatales.

Los accidentes anteriores más graves en la historia de la energía nuclear se produjeron en Estados Unidos y en Rusia. El primero se trató de una central cerca de la ciudad de Harrisburg, Pennsylvania, en Three Mile Island, en un reactor de agua presurizada con una potencia de 906 MW. El accidente se produjo por una combinación de fallas mecánicas y errores del operador. De acuerdo a los informes, hubo una fusión parcial del núcleo del reactor, pero sin daño en el recipiente de presión ni en la contención. No hubo escapes radiactivos. Sin embargo, la prensa negativa que generó este caso produjo la detención de los planes nucleares estadounidenses.

Chernobyl en Rusia, fue el accidente que causó la mayor liberación incontrolada de sustancias radiactivas al medio ambiente. Se realizaron gran cantidad de informes y se publicaron cuantiosos artículos en diversas revistas especializadas y no especializadas. Finalmente, la ONU sacó un informe con las conclusiones sobre los efectos de la radiación provocada por el accidente de Chernobyl. En el escrito se indica que murieron 30 socorristas, de los cuales 28 con síndrome de radiación aguda. Un centenar de socorristas resultaron heridos. Se han detectado más de 6000 cánceres no-mortales de tiroides, causados por la ausencia de contramedidas simples, como por ej. evitar que la población consumiera leche contaminada. Finalmente, no se verificó ningún otro aumento, ni en la incidencia, ni en la morbilidad (proporción de personas que se enferman en un sitio y en un tiempo determinado), ni en la mortalidad  u otros efectos en la salud pública que pudieran ser atribuibles al accidente de la planta nuclear. La consecuencia más grave fue la incidencia que tuvo el accidente en el colapso económico de la región dejando una tragedia social de miseria y desventura.

La aversión por la energía nuclear está más basada en la imagen negativa generada por el uso militar de la misma, con la destrucción de Hiroshima y Nagasaki como fin de la Segunda Guerra Mundial y las devastadoras consecuencias, y la excepcional exposición que sufre cada vez que se produce un incidente, alimentado por historias apocalípticas en películas y series, que por la realidad de los hechos concretos y datos estadísticos.

Es necesario un análisis completo del panorama energético nacional que contemple la recuperación de nuestros recursos, el desarrollo del país y la búsqueda de energías alternativas a la de los combustibles fósiles. Este último la energía más contaminante que tiene actualmente el ser humano para obtener energía.

El reemplazo de la energía nuclear actualmente no sería reemplazado ni por la leña, ni por agua, ni por viento, ni por sol, sino por combustibles fósiles. Siendo éstos mucho peores para la salud de la gente y del medio ambiente que la energía nuclear. Tanto sea por cambio climático, como por impacto de la minería, contaminación del medio ambiente, impacto de accidentes y muertes laborales. Es más inseguro subirse a un auto en las rutas argentinas que trabajar en una Central Nuclear.



El ambientalismo liso y llano puede ser un freno al desarrollo nacional. Es más, si algunas no lo son ahora, bien podrían ser utilizadas por las potencias centrales para detener cualquier intento de desarrollo industrial en los países más atrasados. Cuentan con una gran aceptación mediática y pública y serían un instrumento más que “lavado” para ese tipo de objetivos.

Martín Scalabrini Ortiz

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