Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

viernes, 28 de septiembre de 2012

Recursos No Convencionales: Un nuevo paradigma


En este espacio se ha venido resaltando la importancia de la intervención estatal en el sector energético, más particularmente, en el sector de los hidrocarburos. En el marco de la decisión por parte del Estado Nacional de expropiar el 51% de YPF de las acciones que estaban bajo control de la española Repsol, se hace necesario reafirmar el debate sobre la producción de petróleo y gas en nuestro país. En este sentido, evaluamos como positiva la iniciativa llevada adelante a través de una Ley Nacional votada por mayoría en ambas Cámaras del Congreso. Esto marca una vuelta de página en las políticas aplicadas en el sector y permite establecer un punto de partida desde el cual comenzar a discutir el camino a la soberanía energética.
A partir del nombramiento de Miguel Gallucio al frente de YPF, se han comenzado a barajar posibles alternativas para aumentar tanto el nivel de reservas como de producción. Los antecedentes del nuevo presidente indican que posiblemente las nuevos horizontes de producción se orienten a la explotación de recursos no convencionales, dado sus antecedentes en la corporación Schlumberger, una de cuyas ramas se especializa en este tipo de actividades. Las autoridades a cargo de la intervención de la empresa en los primeros meses, han presentado un Plan Estratégico a cinco años en el cual se desarrollan, en forma aproximada, las actividades que se llevarán adelante para la recuperación de reservas y producción. Entre esas actividades se describe el desarrollo de pozos no convencionales con cuantiosas inversiones, principalmente en el área de Vaca Muerta y Los Molles. En este artículo analizaremos las posibilidades tecnológicas y financieras, además de los costos socio-ambientales que implica su explotación.
Según un estudio de la EIA (Energy Information Administration) de Estados Unidos, la Argentina posee un potencial de recursos no convencionales extraordinario, ubicándose en el tercer puesto detrás de Estados Unidos y China con 774 TCF (Trillones de pies cúbicos). Estos estudios no tienen una base de sustentación con pruebas en campo, sino que se realizan según estimaciones de los pocos datos disponibles en las distintas áreas y lugares. Cuando se habla de estas cantidades es necesario aclarar bien a qué se refieren, dado que no se trata de reservas “probadas”. Los Recursos Contingentes es la cantidad de petróleo que se estima, en una fecha dada, serán potencialmente recuperables de los reservorios conocidos (ya descubiertos), pero que no se considera actualmente que sean comercialmente recuperables. Mientras que los Recursos Prospectivos es la cantidad de petróleo que se estima, en una fecha dada, serán potencialmente recuperables de los reservorios no conocidos. Por lo tanto, se debe diferenciar de las llamadas “reservas”, dado que éstas contienen un grado de precisión mayor en términos de posibilidad de obtención del recurso.

Figura 1 – Posibles cuencas con existencia de recursos no convencionales

En diversos medios, e incluso desde el Gobierno Nacional, se afirma que serían necesarios entre U$S 15.000 millones y U$S 25.000 millones para el desarrollo de este tipo de reservorios. Sin embargo, cabe preguntarse sobre la fuente de estos cálculos aproximados. Antes de analizar la magnitud de estos números, nos concentraremos en la explicación de las técnicas utilizadas en los reservorios no convencionales.
Los reservorios convencionales son aquellos en los que el petróleo y el gas fluyen libremente sin ayuda exterior, más allá del uso de bombas balanceadas. Los pozos perforados van decayendo su actividad a medida que se extrae el fluido, debiendo utilizar técnicas adicionales para extender su vida útil por un tiempo adicional. Entre estas técnicas se encuentran la recuperación secundaria, que es el uso de un fluido líquido o gaseoso, comúnmente agua o gas natural, que se inyecta en el reservorio para aumentar la presión y recuperar los niveles de producción iniciales. En el caso de uso de agua, este proviene de alguna fuente natural cercana, utilizada en grandes cantidades en un comienzo, con la posibilidad de poder reutilizarla mediante equipos de reinyección. Un alto porcentaje de la producción nacional de petróleo se obtiene de esta forma. También se utiliza la recuperación terciaria, en un porcentaje menor ya que recién está siendo desarrollada, en la que se utiliza la inyección de productos químicos en el pozo, con el objetivo de modificar las propiedades del crudo, por lo general disminuyendo su viscosidad, para permitir que el mismo fluya más fácilmente.
En el caso de los no convencionales, se trata de técnicas desarrolladas hace más de diez años, principalmente en Estados Unidos y Canadá, que permiten la “liberación” del gas o el petróleo atrapado en la llamada “roca madre”. Este gas o petróleo es denominado tight gas o tight oil y shale gas o shale oil. La diferencia principal entre el tight y el shale es la porosidad del material en el que se encuentra el fluido. En el caso del tight la permeabilidad es baja pero suficiente para que con técnicas leves de fractura se libere el fluido. En el shale la porosidad y la permeabilidad son más bajas alcanzando niveles de entre 0,1 y 0,01 µm (micrometros) y 0,1 md (milidarcys) debiendo utilizar técnicas similares pero más masivas. La composición de la matriz puede tener distintos materiales, como silica, carbonatos, arcilla, etc. El factor de recuperación, es decir lo que realmente se puede extraer del pozo, oscila entre un 20-30% del total.
Figura 2 – Esquema geológico de los reservorios de gas natural

La técnica de fractura hidráulica consiste en la ruptura de la roca en la que se encuentra el gas o el petróleo por medio de agua a altísima presión, arena y productos químicos. El agua ofrece la energía necesaria para realizar fisuras o fracturas en la roca con la aplicación de presiones que pueden llegar a 900 barg. Estas presiones son obtenidas con enormes equipos de bombeo móviles ubicados en la superficie con potencias de hasta 35000 HP, dependiendo de las características del material del reservorio, de la ubicación, de la profundidad y algunos otros factores. La perforación se realiza en forma vertical y horizontal, aunque ésta última no es estrictamente necesaria, sino que depende del espesor del reservorio. Se realizan en gran cantidad, dado que la distancia entre pozo y pozo es menor debido a la dificultad de obtener “espacios” de producción. Con lo cual, se necesitan muchas ubicaciones para todos los equipos asociados.
En la parte final del tubo se ubican orificios por los cuales sale el agua entrando en contacto con la roca, fracturándola. La cantidad de agua que se utiliza es considerable. Junto con el agua se utiliza arena de gran permeabilidad, de una morfología particular que permite mantener las fracturas abiertas mientras el gas fluye a través de ella. Además, junto con el agua, se utilizan diversos productos químicos que permiten modificar las propiedades de ésta para optimizar su capacidad de arrastre con la arena. No sólo se utilizan productos químicos con este propósito sino también se agregan ácidos, un entrecruzador, un gel, un rompedor, un inhibidor de incrustaciones y corrosión, un agente de ajuste de pH, un reductor de fricción, cloruro de potasio y desinfectantes. En su mayoría, estos productos se vienen utilizando en los pozos de perforación convencionales siendo en su mayor parte de uso común en el mercado petrolero. El contenido de estos productos es de alrededor del 0,6% del total inyectado. El resto es agua y arena. Por cada pozo se realizan varios procesos de fractura que pueden durar un día completo. Una vez realizada la fractura, el pozo funciona como uno convencional con las mismas instalaciones de superficie que se utilizan normalmente (manifolds, separadores primarios, válvulas, antorchas, tendido de ductos, hornos de calentamiento, plantas deshidratadoras, estaciones compresoras, plantas de ajuste de punto de rocío, plantas de endulzamiento, etc.)
Para tener una idea de las magnitudes, en uno de los pozos perforados por la empresa Apache, el ACO.xp-2001h, el volumen de agua fue de alrededor de 30.000 m3, utilizándola a un caudal de aproximadamente 1000 m3/h. Se realizaron 10 fracturas, de las cuales 9 fueron exitosas, a una profundidad de 3.600 metros, siendo 900 metros de tubería horizontal. La cantidad de arena utilizada fueron 30.000 bolsas que implicaron un total de 1.500 toneladas. Para obtener los 32.000 HP de potencia necesarios para el caudal de agua a la presión requerida, se utilizaron 16 camiones de fractura.


Figura 3 – Instalación típica de una perforación no convencional

No solamente Apache ha estado realizando perforaciones no convencionales, sino también YPF. Esta empresa, ahora parcialmente nacionalizada, informó en noviembre de 2011 que había llegado a perforar 15 pozos verticales con volúmenes iniciales de entre 200 y 600 barriles diarios (32 m3/d a 95 m3/d) en la llamada formación de Vaca Muerta, en un área de 428 km2 del área de Loma de La Lata en Neuquén. Esta área está llamada a ser uno de los lugares con mayor potencial de producción con un total de 12.000 km2. De cualquier manera, los estudios aún están en fase de investigación con lo cual no es posible realizar estimaciones precisas acerca de la cantidad de recursos que esta zona podría llegar a producir.
Respecto de los costos de producción, ambas empresas han informado valores que oscilan entre los 4 y los 20 millones de dólares por pozo, a un promedio de 10-12 millones de dólares.
Las formaciones de tipo shale son todas diferentes entre si. Por lo tanto, no es posible hablar de índices precisos para un pozo no convencional, sino que dependen de las caracterísiticas de cada uno. Sin embargo, es posible trazar algunos lineamientos que ayuden a comprender y determinar la magnitud de las inversiones necesarias. El costo promedio de los equipos de perforación es de alrededor de U$S 20.000 por día, teniendo en cuenta que en nuestro país es aproximadamente 30% más caro que en EEUU. Respecto de los servicios y herramientas de perforación direccional los costos serían de U$S 10.500 por día. Con estos datos y teniendo en cuenta algunos datos de producción por pozo tanto en EEUU como en nuestro país, se puede realizar un cálculo de las inversiones necesarias para lograr el autoabastecimiento, al menos, de Gas Natural. En petróleo aún hoy la Argentina produce lo necesario para consumir e incluso sigue exportando parte de su producción.
Para cada pozo es necesario un período de tiempo de investigación y desarrollo in situ necesarios para determinar la geomecánica del suelo y determinar los fluidos de terminación y fractura y el tipo de arena requerido. La única manera de saber qué hay en el subsuelo es probar. Es decir, perforar y ensayar. Esta actividad lleva tiempo con el consiguiente costo de uso de la maquinaria necesaria. Además, el cálculo de las reservas es por pozo, no por yacimiento. No es posible conocer datos de reservas de un área determinada hasta no tener la casi totalidad de los pozos previstos en funcionamiento. Por otra parte, son necesarios entre 18-24 meses de producción para cada pozo ya que no se conoce cómo será el decaimiento. Sólo así se pueden prever los valores de producción en el tiempo.
El consumo nacional de Gas Natural fue en promedio 135 MMm3/d (millones de metros cúbicos por día) en el mes de junio de 2012. Mientras tanto, el Gas importado proveniente de Bolivia fue de 13,6 Mmm3/d, pasando a ser de 16,3 MMm3/d el 28 de julio de este año, el proveniente de los buques metaneros con GNL (Gas Natural Licuado) que inyectan en Bahía Blanca fue de 12,9 Mmm3/d y el inyectado en Escobar fue de 10,4 Mmm3/d. Es decir, el Gas Natural importado ingresó a un promedio de 36,9 MMm3/d a un costo aproximado de U$S 165 millones para el gas de Bolivia y U$S 440 millones para el GNL, totalizando unos U$S 605 millones sólo en un mes.
Teniendo en cuenta que cada pozo podría producir alrededor de 100000 m3/d (aunque este valor es variable y depende de diversos factores, algunos pozos producen mayor cantidad), se necesitarían alrededor de 350 pozos. A un costo por pozo de U$S 12 millones, se estarían necesitando U$S 4.200 millones sólo para el gas. Dada las características de inmadurez del desarrollo de tecnología en nuestro país, es de esperar que los primeros pozos tengan un costo mayor a los restantes y que, además, el período de tiempo para desarrollar esa cantidad sea entre 4 y 5 años. Algunos estudios muestran que con un precio de U$S 6 x MMBTU se puede lograr una TIR (Tasa Interna de Retorno) del 30% a una tasa de interés del 12%. Este valor de gas es prácticamente el que está autorizando la Secretaría de Energía de la Nación, con lo cual es un índice interesante para el cálculo del costo.
De esta manera se puede observar que estas cifras son bastante menores a las que se están manejando en los medios masivos de comunicación. Es muy probable que las cifras estén infladas para dar mayor argumentación a la idea de asociaciones con empresas extranjeras que vendrían con su tecnología a desarrollar pozos. La idea de asociaciones bien podría ser reemplazada por locaciones de obras o servicios mediante los cuales se les paga al contratista los trabajos realizados, quedando la empresa que contrata con los beneficios que pudieran surgir de esta actividad y el control de los futuros desarrollos.
La producción de gas por métodos no convencionales ha generado en Estados Unidos una revolución redefiniendo la matriz de producción obteniendo el autoabastecimiento y dejando a los proyectos de regasificación para importación de GNL suspendidos. El gas obtenido de esta fuente ha superado el 25% de la producción total de gas en ese país, habiendo llegado a los 14 BCFD (billones de pie cúbico por día) (400 MMm3/d). Esto produjo una caída del precio del Gas Natural sin precedentes, llegando el Henry Hub a U$S 2,20 x MMBTU. El desarrollo de la producción de gas no convencional ya lleva más de 10 años, siendo la de Barnett la cuenca más antigua. Luego aparecieron la cuenca de Marcellus con 6 años de desarrollo, Woodford y Fayetteville con 5 años y Haynesville con 4 años.
Existen costos adicionales que es preciso no soslayar, de los cuales no se cuentan aún con estimaciones precisas, ni tampoco una clara determinación de los actores involucrados para reconocerlos y enfrentarlos. Estamos hablando de los costos socio-ambientales. Como cualquier actividad extractiva, este tipo de explotación produce efectos sobre el medioambiente y sobre las comunidades cercanas. Al respecto, no está todo dicho. En Estados Unidos y en Canadá, los dos principales países en la materia, existen diversos puntos de vista, según el lugar del que se trate. Tanto en Nueva York como en Quebec, los gobiernos le han puesto un freno a los permisos de fractura, dejando abierta la posibilidad de realizar pozos para investigación, hasta tanto las comisiones de impacto ambiental creadas para este propósito específico entreguen sus reportes. Mientras que en Pennsylvania (cuenca Marcellus) se han perforado poco menos de 2.000 pozos y en la provincia de British Columbia se dispararon los niveles de producción.
La estimación del costo ambiental no es sencilla. En primer lugar, existe preocupación por la gran cantidad de agua que debe utilizarse y su disposición final. El agua utilizada para la fractura, parte queda en el reservorio y parte sale a la superficie junto con el gas o el petróleo extraído, como cualquier otro pozo con recuperación secundaria. Una vez en la superficie, se hace indispensable un tratamiento que disminuya la cantidad de contaminantes y la cantidad de hidrocarburos por debajo de los 10 ppm para su disposición final. Este agua se puede volver a utilizar en otra operación de fractura. Debido a que existen pérdidas en el uso, se hace necesaria la reposición con agua fresca. Es por ello que es indispensable el análisis de la cantidad de agua disponible en la zona y su óptima utilización, como debería hacerse con cualquier otra actividad industrial. Existen estudios que indican que podría ser posible el uso de GLP (Gas Licuado de Petróleo) en lugar de agua, con una recuperación casi total con la ventaja de que no se usa agua del medioambiente.
Por otra parte, se ha hablado de pequeños movimientos sísmicos o de contaminación de napas acuíferas. En este aspecto, el riesgo no es mucho mayor que el que normalmente se tiene durante la explotación de un pozo convencional. Ambos atraviesan atraviesan napas de agua y en ambos se debe tener el cuidado adecuado para evitar contaminación de las mismas. Es muy difícil pensar, sino imposible, en la contaminación de napas de agua producto de la fractura en sí misma ya que, al menos en nuestro país, los reservorios se encuentran a profundidades muy grandes, de entre 3000 y 4500 metros.
Respecto del balance energético, si bien es cierto que se utiliza gran cantidad de energía debido a las altas presiones necesarias, se ha mencionado también que no es positivo. Lo cual no da lugar a un análisis profundo ya que cualquier actividad que pretenda obtener un recurso energético debe tener saldo positivo, sino no tendría ningún sentido. Como sucede en los pozos convencionales, se puede utilizar el propio gas extraído para el funcionamiento de los equipos de bombeo.
El impacto en la superficie suele ser importante. Se requiere el movimiento de gran cantidad de camiones y camionetas circulando por los yacimientos, decenas de equipos de perforación y terminación moviéndose entre locaciones, más allá de los movimientos típicos de una actividad intensiva en términos de la capacidad hotelera y otros servicios. En la figura 3 puede verse la magnitud de los equipos e instalaciones involucradas. Todo ello tiene como consecuencia el aumento en la emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes típicos del aire. Los ruidos y la movilización de todo este equipamiento genera un impacto que debe ser tenido en cuenta a la hora de realizar el análisis costo-beneficio de la actividad en un determinado lugar. Este análisis debería ser llevado adelante por el Estado con participación de todos los actores involucrados, abriendo de esta manera el debate y la discusión sobre un tema estratégico de gran impacto socio-ambiental. Las regulaciones deberían desarrollarse lo más precisas posibles teniendo en cuenta las particularidades de cada zona con la posibilidad de abrir estudios especiales.
Desde luego, la discusión sobre esta actividad debe enmarcarse en el logro de una verdadera soberanía energética y en la necesidad de comenzar a diversificar la matriz productiva de generación de energía. En este aspecto, nuestro país tiene potencialidades extraordinarias en el uso de energía eólica, solar, geotérmica y mareomotriz. Algunas de ellas ya están siendo desarrolladas, aunque en este aspecto es necesario profundizar las políticas adecuadas para que las tecnologías sean desarrolladas en el país, dando impulso a la industria nacional. Desde luego, no debe soslayarse la continuidad del desarrollo nuclear, un sector de alto desarrollo científico y tecnológico con una extensa historia en nuestro país. Este sector ha llevado adelante, incluso, proyectos con tecnología propia, con niveles de seguridad altísimos y derramando en otros sectores relacionados como el satelital, conocimiento de materiales, etc.
El interés de la Nación nos exige ser inteligentes, hábiles y astutos para poner a los recursos naturales al servicio de nuestro pueblo.
Martín Scalabrini Ortiz
Publicado en el Nro. 18 de la Revista Industrializar Argentina  
Fuentes:
Telam, YPF confirmó el hallazgo de petróleo no convencional, 7 Noviembre 2011, http://www.telam.com.ar/nota/6586/
Mariana Matranga y Martín Gutman, Gas y Petróleo no convencional: perspectivas y desafíos para su desarrollo en la Argentina., Voces en el Fénix Nro.10, Noviembre 2011.
World Shale Conference 2011, Houston.
World Shale Gas 2010, Dallas.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Las cacerolas y el futuro

En medio del maremágnum informativo acerca de la movilización de protesta del último jueves 13, intentaré realizar, sin ironías, un análisis político y mi posición respecto a los reclamos que se expresaron. En prinicipio, debo aclarar que no participé de los cacerolazos y, por lo tanto, mi fuente de información proviene de los medios masivos de comunicación, que en este caso serían el prisma que utilizo para observar una realidad determinada. Para ello, utilicé tanto los llamados medios opositores como medios que demuestran apoyo al Gobierno Nacional.
Ante todo es necesario aclarar que estas líneas no tienen un contenido neutro, académico o aséptico, sino que están escritas sobre la base de lo que llamamos o algunos llaman el pensamiento nacional, popular, federal, e incluso, podría decir peronista, con todo lo que ello significa (reivindicación del período 45-55, del yrigoyenismo, de los caudillos federales). Por otra parte, también hay que decir que fui candidato a diputado nacional por Proyecto Sur y he tenido posiciones críticas de este Gobierno, aunque asumiendo, los que en mi opinión, fueron aciertos de esta Administración y que se han reflejado en este espacio. Es sobre esa base que salen estas líneas de forma personal y no como reflejo de la posición de ningún partido político.
En primera instancia, es difícil ya la tarea de realizar un análisis político de un sector que, evidentemente, no tiene representación política, aunque haya ya varios referentes de partidos de oposición que intenten salir como representantes de los reclamos. Tal como on-line con las movilizaciones hicieron Patricia Bullrich y algún otro referente político. En un sistema democrático como el nuestro, es razonable que las distintas expresiones de la sociedad se canalicen a través de partidos políticos, agrupaciones, movimientos, etc., que sean, al menos en parte, un reflejo de las inquietudes individuales y colectivas. Sin embargo, en este caso, se trata de un sector de la población que no siente representadas esas inquietudes en ningún canal mencionado. De esta manera, comenzó como una movida a través de redes sociales alcanzando niveles de circulación muy importantes.
Los principales participantes, es decir la mayoría, provienen de un sector con base en las clases medias y medias altas, tal como se puede ver en las imágenes y por la magnitud que alcanzó en determinados barrios porteños. Aunque también hay que aclarar que las movilizaciones se repitieron en varias ciudades del interior del país, sin que ello signifique la modificación del perfil de los manifestantes. Esto no implica una valoración peyorativa, sino simplemente una descripción, lo más objetiva posible (si es que esto se puede lograr), del perfil social e, incluso, político.
Desde distintos sectores políticos, sobre todo de la oposición, se ha marcado la necesidad de “tomar nota” de los reclamos. Este es un humilde intento de eso mismo, aclarando mi posición respecto de cada uno de ellos.
Los reclamos han sido variados. Han podido ser leídos en medios escritos y han podido ser escuchados, en forma acotada, en medios audiovisuales. Respecto de éstos últimos, lamentablemente los medios que salieron decididamente a cubrir en forma positiva la manifestación, no han mostrado, en forma significativa, expresiones de la gente que participó. En este aspecto, sólo los medios afines al Gobierno han mostrado algunas expresiones, que aunque evidentemente editadas, manifiestan algunos de los enojos.
Los insultos a la figura presidencial no tienen mayor comentario, como así también el consabido estribillo “que se vayan todos” o, más precisamente, el deseo de muerte para la cabeza del Poder Ejecutivo o alguno de sus funcionarios. En este sentido, la comparación que algunos sectores y algunos periodistas como Carlos Pagni de La Nación (http://www.lanacion.com.ar/1508751-efectos-de-una-democracia-poco-competitiva) intentan establecer entre las condiciones del 2001 con la actualidad, me parece que no tiene ningún sustento. En el 2001 vivíamos una de las peores crisis de la historia, con una desocupación galopante, con sectores de la población viviendo en condiciones de precariedad extremas, con una crisis política y de representación sin precedentes. Las elecciones de octubre de ese año mostraron el resultado de esa falta de representación. La suma del voto en blanco y anulado alcanzó el 25% en muchos distritos del país, incluidas la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. La Alianza, el partido gobernante de aquel momento, obtuvo el 23% de los votos positivos en todo el país (siendo el porcentaje sobre los votos totales mucho menor por la cantidad de votos en blanco y anulados). La comparativa con la actualidad no deja mucho margen para el análisis. El partido gobernante fue ratificado en las urnas con el 54% de los votos positivos hace menos de un año atrás, con la segunda fuerza a una distancia de casi 40 puntos. Los disímiles escenarios entre esa época y esta hacen que el reclamo de renuncia caiga en saco roto sin ningún sentido o argumentación razonable. En mi opinión, no es la mayoría de la población la que no tiene ahora representación política, sino que los que no la tienen parecen ser la mayoría de los grupos que se expresaron en el cacerolazo.
Otro fuerte reclamo tiene que ver con la reforma constitucional y la posibilidad de la re-reelección. Este último tema, amplificado por los medios de comunicación opositores, no corresponde, hasta ahora, a un intento formal, sino a deseos de algunos grupos oficialistas aislados. Aquellos que están propiciando la reforma de la Constitución, no han planteado hasta ahora el tema reeleccionario. En este aspecto, en mi opinión la Reforma de la Constitución es necesaria para desarmar aspectos de base neoliberal impuestos a la reforma de 1994, empezando por la nacionalización de los recursos naturales y la prestación por parte del Estado de los servicios públicos en consonancia con el Art.40 de la CN de 1949. A partir de allí, habría que discutir el resto.
Otro tema es la “falta de libertades”. En este aspecto habría que definir qué significado tiene la palabra “libertad” para los manifestantes. Respecto de las libertades civiles, han habido avances y retrocesos. Entre los avances se pueden destacar diversas ampliaciones de derechos que hasta ahora no eran considerados, como el matrimonio igualitario, la identidad de género, algunos protocolos progresivos respecto del aborto no punible, universalización de asignación universal por hijo (AUH), etc. Entre los retrocesos más graves se encuentra la aprobación de la Ley antiterrorista y de lavado, en línea con los condicionamientos del GAFI, condicionando de esta manera la protesta social. Esta última también ha sido víctima de persecución y de episodios de represión . Sinceramente, no vislumbro en lo personal, otro tipo de falta de libertades individuales, más allá de las económicas que analizaré más adelante. La comparación de la forma de gobernar de este Gobierno con una Dictadura, me parece una exageración sin sentido argumental. Los que hemos vivido la última Dictadura Cívico-Militar, con miles de desaparecidos, perseguidos, asesinados, en un clima represivo como no se había vivido nunca en nuestro país, pueden dar cuenta de esta afirmación. Las voces disonantes no se dejan de expresar y el principal grupo mediático oligopólico es evidentemente y fuertemente opositor, acompañado por otras publicaciones. No niego que haya habido influencias del oficialismo en la aparición de cierta prensa y que existan medios afines. Pero eso no indica que las voces disonantes hayan desaparecido.
Por otro lado, están las libertades económicas, y es en este aspecto en el que, me parece, se dirigían la mayoría de los reclamos. Entre los más fuertes se encontraban las restricciones a la compra de dólares y, por lo tanto, a las dificultades de llevar a cabo viajes al exterior, aunque éstos no estén restringidos. En este aspecto, creo que merece un capítulo aparte, un análisis profundo de las contradicciones que aparecen entre las libertades individuales y las colectivas, generando una tensión que persiste a lo largo de nuestra historia, no sólo de nuestro país sino del mundo, y que tiene que ver con las pujas entre el interés colectivo y el individual.
Respecto a las restricciones cambiarias es válido preguntarse sobre el origen del problema y las posibles soluciones. En mi opinión, el perfil productivo, tal como se ha venido expresando en este espacio, no se ha modificado en lo sustancial, manteniéndose un modelo agrominero exportador con la falta de un proceso industrializador con valor agregado. Es por ello que el fuerte crecimiento económico de los últimos años basado en la producción de materias primas y en una industria de bajo-medio valor tecnológico se ha venido sosteniendo con un superávit comercial positivo que fue cubriendo las necesidades importadoras de una economía en crecimiento. Este aspecto adicionado a la gran extranjerización de la economía y a la concentración implicó un requerimiento de divisas creciente. El mantenimiento de este modelo productivo y de la continuidad de la producción de hidrocarburos en un mercado desregulado en manos de empresas privadas y extranjeras, generó una creciente necesidad de divisas. El déficit comercial en combustibles alcanzó el año pasado a casi U$S 3000 millones, mientras que uno de los sectores que impactan fuertemente en el índice de producción industrial, la armaduría automotriz, es deficitaria en más de U$S 6000 millones. El régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, otra armaduría de componentes importados, generó un déficit de casi U$S 5000 millones. Otro sector de alto valor agregado como es el de máquinas y equipos generó un déficit de otros U$S 5000 millones. Por último, la profunda extranjerización de la economía implicará este año transferencias por remisión de utilidades y dividendos por entre U$S 7000 millones y U$S 8000 millones. Además, si bien la deuda externa no tiene el peso en divisas que tenía algo más de una década atrás, sigue siendo una cuestión a tener en cuenta, siendo este año por más de U$S 7000 millones. Son huecos demasiado grandes para cubrir.
En el corto plazo, las distintas salidas son divergentes de acuerdo al sector que reclame. En este aspecto, no encontré posiciones en los manifestantes más que individuales. Es decir, poder comprar y ahorrar en dólares. Si se hiciera caso al requerimiento y se liberara la compra de dólares, es posible que el precio de la divisa se acerque al valor de las transacciones ilegales, provocando una devaluación brusca que, tal como hemos experimentado anteriormente, licúe el salario de los trabajadores y desate una espiral inflacionaria difícil de sostener. Esta salida es propiciada por los grupos económicos concentrados con una inserción en el mercado externo por medio de exportaciones de bajo valor agregado. Su voz comunicacional es claramente el diario La Nación, tal como puede apreciarse en sus análisis económicos y en sus editoriales.
La otra es mantener el precio del dólar con deuda, a riesgo de provocar la falta de competitividad de la industria en un proceso que podría ser similar a la de la década del noventa. Las consecuencias las conocemos de sobra. Muchos años de despilfarro y de derroche nos condujeron a una deuda extraordinaria que hipotecó la economía y generó un nivel de desempleo y pobreza inconmensurables. Esta salida es propiciada por los grupos derrotados en la puja de intereses del 2001, que originalmente pedían dolarizar la economía como respuesta a la contención de la inflación, y ahora piden endeudamiento como el ex-candidato a vicepresidente por la UCR Javier González Fraga. Este sector está compuesto principalmente por los acreedores externos y las empresas privatizadas a quienes les conviene un dólar barato. Esta vía conduce indefectiblemente a la primarización de la economía, a la desindustrialización y, en consecuencia, a empleo de baja calificación por ser mano de obra poco intensiva profundizando las desigualdades. Claro ejemplo de este tipo de salida es Chile, Perú y Colombia. Aquellos países que intentan salir de este esquema como Venezuela, Ecuador y Bolivia, no han logrado aún modificarlo en lo sustancial debido principalmente a las reacciones de los sectores más privilegiados mantenidos justamente en la generación de riquezas de este tipo de modelo.
Otro de los reclamos fue la negativa a seguir un camino similar al venezolano, influenciados casi seguramente por la agenda política planteada desde el principal multimedio opositor y el reciente informe de su periodista estrella, Jorge Lanata. En mi opinión, las diferencias que tenemos con la realidad venezolana son mayores que las similitudes. Al contrario, mi deseo es parecernos más y no parecernos menos, comenzando por acercarse con nuestra Carta Magna al espíritu reflejado en la Constitución Bolivariana y a la participación popular.
En definitiva, vislumbro un futuro de polarización fogoneado tanto por el kirchnerismo como por la oposición mediática. La mención de oposición mediática no es casual, dado que son quienes cuasi-imponen la agenda política opositora induciendo a la oposición política a seguir el ritmo y el camino dispuesto. El grupo Clarín seguramente se centrará en la consolidación de una figura de oposición, preferentemente de derecha, que hasta ahora viene siendo Mauricio Macri, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aún con las deficiencias y las debilidades que todos conocen: Falta de proyección nacional, carencias e ineficiencias en la gestión y un carisma que deberá pulir en lo sucesivo para no seguir generando papelones importantes.
Aquellos que hemos venido sosteniendo posiciones equilibradas quedaremos atrapados en la lógica de la polarización planteada desde el oficialismo y, principalmente, el grupo mediático opositor, que evidentemente intenta manejar la agenda nacional. Será un trabajo arduo y difícil mantener esa posición, en esta puja que desdibuja grises para un lado y para el otro. Sobre todo sabiendo, al menos en mi caso, de qué lado definitivamente no quiero estar, ni quedar pegado.
Seguramente este análisis levante discusiones y debates, incluso dentro del espacio al que soy afín. Sin embargo, creo que se hace necesario el intercambio de posiciones, ideas y pensamientos para enriquecer cada vez más nuestra querida democracia.
Martín Scalabrini Ortiz