En este espacio, he decidido, hace unos años, realizar algunos análisis de la realidad política desde mi humilde punto de vista. Un punto de vista que tiene que ver con la combinación de una formación técnica dura, como lo es la Ingeniería, y la lectura de los grandes pensadores nacionales, como Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui, Norberto Galasso y Raúl Scalabrini Ortiz. Desde ya, enriquecida con variados autores de distintas extracciones, desde la izquierda nacional hasta un cierto progresismo internacional. No suelo escribir en primera persona. Pero esta vez me siento obligado, sobre todo por la decisión que tomé algunos meses atrás de ser candidato a diputado nacional en Capital Federal por Proyecto Sur. Con lo cual se me hace necesario referirme, desde este lugar, y realizar alguna reflexión sobre el resultado de las Elecciones Nacionale del día de ayer domingo 23 de octubre de 2011.
Antes que nada quisiera felicitar al Frente para la Victoria por la extraordinaria elección que hicieron. Por primera vez, desde la vuelta al sistema democrático, un presidente obtiene semejante margen de votos. Mis felicitaciones no van tanto a los representantes electos o algunos integrantes del Gobierno Nacional, a quienes sería muy difícil felicitarlos por su gestión, sino a los representados. A aquellos que han votado con la creencia noble de que esta es el representación que buscan o que es la única representación posible para el bien del país. El bienestar del votante o ciudadano es el fin último que en definitiva un político debería aspirar a realizar. El Gobierno Nacional ha cosechado el respaldo de un amplio y heterogéneo espectro de la vida nacional. Pero, además, ha recibido el apoyo de amplios sectores populares. Ha obtenido el apoyo masivo en provincias relegadas como Santiago del Estero (82%), Formosa (77%), Catamarca (70%), Corrientes (68%), Chaco (65%), etc. a pesar de tener en contra los principales medios privados de comunicación. Sería cuestión de ceguera política explicar semejantes resultados con la aplicación de políticas clientelares, como hacen algunos partidos de oposición. Por otra parte, esa mayoría ha apoyado un proyecto político que es rechazado en las zonas más acomodadas de la población. En Comuna 2 (Recoleta) de la Ciudad de Buenos Aires, por ej., sólo obtuvo 21,6 %. En definitiva, si bien el electorado no está completamente ideologizado, podría decirse que ha ocupado un espacio nacional-popular que no ocupan otras fuerzas. Esto no significa que acepte que este Gobierno realmente represente este espacio en los hechos, sino que sí es percibido, en cierta manera, como tal.
El resto de las fuerzas ocuparían un espacio al que describiría como liberal-conservador y liberal-progresista o liberal de centro-izquierda, como ya mencioné, no como calificación marcadamente ideológica, sino como expresión de ciertos valores que asocio con estas calificaciones. Hermes Binner ha congregado una buena parte de este electorado, en su mayoría liberal-progresista, pero también existe un cierto componente de un sector liberal-conservador que encontró en él la expresión de una oposición al oficialismo algo más presentable que el anterior elegido en las PASO, Eduardo Duhalde. Una muestra de esta hipótesis la marca otra vez la Comuna 2, donde Binner pasó desde un 14,7 % a un asombroso 30,8%. Mientras que Eduardo Duhalde pasó de un 32,2 % a un 13,7 %. La pregunta es porqué no se fueron esos votos a Ricardo Alfonsín, ya que mantuvo un caudal de votos del orden del 11%, al menos en parte. La explicación podría ser incapacidades políticas del propio Alfonsín, que no supo articular un personaje que no cabía en su propio traje. En cambio, Binner mostró un mensaje lavado, casi insípido, de diálogo o de consenso, propio de un perfil más bien macrista, que de un perfil confrontador con el status-quo.
El voto de Capital es más bien volátil. Se ha demostrado en las últimas elecciones y nosotros mismos lo hemos sufrido. Pero es volátil en términos de personajes políticos. Si bien considero que no hay componentes ideológicos fuertes, existen ciertas partes de la población que comparten valores similares que podrían adecuarse a los categorías ideológicas que nombré anteriormente, pero en tercios (un tercio para cada representación ideológica), con todos los defectos que este tipo de generalizaciones promueve de acuerdo a la conyuntura de la realidad política del momento.
Desde nuestro espacio seguiremos planteando la discusión de los grandes temas nacionales, como la recuperación del petróleo y el gas, la reconstrucción de los ferrocarriles, la investigación de la deuda externa y la recuperación de una Argentina realmente industrial que incluya a todos y cada uno de nuestros compatriotas. Creemos que son temas estratégicos loables que deberían estar en la mesa del debate diario. Allí, al menos, me verán sentado para discutir con todos aquellos argentinos que consideren que estas cuestiones es necesario abordarlas para una Argentina soberana, justa e independiente.
Martín Scalabrini Ortiz
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