Una mirada desde el Pensamiento Nacional a los problemas nacionales.

"Verás que todo es mentira,verás que nada es amor,que al mundo nada le importa...¡Yira!... ¡Yira!...Aunque te quiebre la vida,aunque te muerda un dolor,no esperes nunca una ayuda,ni una mano, ni un favor" (Enrique Santos Discépolo)

lunes, 12 de noviembre de 2012

La protesta del 8N y su interpretación

La protesta del 8N ha levantado los más variados análisis políticos respecto de su significado, su alcance y su representatividad. Semanas atrás escribí una reflexión expresando una posición determinada respecto de la anterior protesta 13S, que en lo sustancial creo que sigue siendo válida (http://mscalabriniortiz.blogspot.com.ar/2012/09/las-cacerolas-y-el-futuro.html).
Sin embargo, parece necesario actualizar en algunos aspectos lo escrito en ese momento. En primer lugar, sobre el sujeto social que participó de las protestas. En la anterior, la movilización fue principalmente fogoneada desde las redes sociales, con mensajes de los más variados y un fuerte contenido anti-K, en algunos casos destilando un odio de clase bastante preocupante. En la más reciente, la convocatorio no sólo provino de las redes sociales sino también de la prensa opositora, con mayor peso en el Grupo Clarín. Si bien la tonalidad anti-oficialismo no se ha modificado en lo sustancial, el mensaje pasó a ser un poco más medido con el agregado de algunas consignas algo más "sociales". Posiblemente para darle más significación solidaria a una protesta cuyas consignas nacen más bien de lo individual o producto del loable intento de grupos de la centroizquierda o izquierda opositora de agregar consignas propias. Cuestión que, a la luz de los resultados, se vio definitivamente desdibujada en la interpretación de los medios masivos de comunicación. Las consignas más relevantes fueron las relacionadas con la libertad per se, la libertad de expresión, la inseguridad, la re-reelección, la reforma constitucional, la inflación, la justicia, el miedo, la corrupción, las mentiras, el 82% a los jubilados, la dictadura K, el impuesto al salario, etc. Salvo algunas consignas, que como comenté, fueron agregadas posteriormente al 13S, la mayoría no hacen referencia a cuestiones particulares sino a generalidades.
La cuestión está en el análisis de estas consignas, interpretadas desde los medios. En principio, cualquiera tendería a pensar que bajo el "sentido común" todas estas consignas están más que justificadas. El tema pasa por ahí. Las clases dominantes son propietarias de ese sentido común que fueron construyendo a través de las décadas y soportadas por los medios de comunicación. Casi no hay duda de que fue una protesta por derecha contra el gobierno. Si bien, no todos los manifestantes pueden ser considerados de derecha, los actores que la impulsaron pueden ser descriptos como tal, desde los medios de comunicación hasta las fundaciones o grupos que con nombres asépticos pretenden dar una muestra de neutralidad y seriedad en el campo de las opiniones político-sociales.
Como mencionaba en la entrada anterior respecto del 13S, insisto en que sigue siendo un sujeto sin representación política, con el resultado de que el cuestionamiento directo al Gobierno Nacional se transforma en uno a los partidos de oposición porque son justamente ellos lo que no han sido capaces de armar un frente que construya la barrera sólida necesaria a los "embates" y actitudes "autoritarias" del kirchnerismo.
Variados personajes políticos han tomado nota de esta falencia y salieron a la palestra a intentar capitalizar, al menos en parte, el descontento expresado en las calles el 8N, en una muestra de patetismo abyecto más que de convicciones éticas o ideológicas. Al que mejor le calza el traje es a nuestro benemérito Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ing. Mauricio Macri, quien luego de sacarse un par de fotos con el grupo Kiss en medio de una tremenda inundación en las calles porteñas, salió a expresar su "orgullo" por la marcha, como si él hubiera sido uno de los organizadores. El resto de los referentes políticos pareció dar muestras de no querer "quedarse afuera" de la movida, mostrando simpatías y adhesiones, mirando a los manifestantes como un posible y redituable "mercado electoral". Incluso los de los sectores más progresistas, intentando capitalizar de alguna manera lo incapitalizable para no "dejarlo en manos de la derecha", generando aún más confusión.
En definitiva, lo que es necesario entender para no confundirse, es que cualquier intento de proyecto nacional, popular, latinoamericano, progresista o como se lo quiera llamar, va a tener que enfrentar manifestaciones parecidas, tanto en consignas como en actores sociales, que la del 8N. Pasó en nuestro país y está pasando en otros países hermanos que están llevando adelante procesos más profundos que el nuestro.

Martín Scalabrini Ortiz